Ángel de la guarda mi dulce compañía. Así como dice la oración, nuestro ángel de la guarda es nuestra dulce y constante compañía. Lo creamos o no, nunca estamos solos, nuestro ángel de la guarda siempre nos acompaña. Su misión es ayudarnos a vibrar en amor, a no permitir que el miedo traiga confusión y tristeza a nuestra vida. Los ángeles son los ayudantes de Dios en la tierra. Son todo amor, luz y armonía. Nos acompañan en todo momento: Estemos alegres y confiados ó asustados y molestos. Todos sentimos sus manifestaciones de distinta manera: A través de sueños, pensamientos, de nuestra intuición. Ellos nos están protegiendo y asistiendo todo el tiempo. Siempre están ahí para ayudarnos e inspirarnos. Son todo comprensión, compasión y dulzura. No son un beneficio exclusivo de unos pocos. A todos y cada uno de nosotros nos acompañan, protegen y guían.
Mi ángel me rescató frente a la universidad. Una vez estaba por entrar a presentar un examen en la universidad. Recuerdo que estaba en 4to semestre e iba a presentar el examen final de diseño industrial. Había sido semana de exámenes finales. Experimentaba adrenalina, cansancio, expectativa por esos días. Crucé a la papelería del frente a comprar mi hoja examen. Recuerdo la secuencia: Pagué, me di la vuelta para cruzar la calle y sentí que me halaron fuerte del buzo hacia atrás. Como si hubiese sido el brazo de alguien con mucha fuerza tirándome. En ese momento me percaté que había quedado a unos 20 centímetros de distancia de un carro que acababa de pasar y que nunca llegué a ver. Inmediatamente giré para darle las gracias a la persona que me había auxiliado y no había nadie. Traté de comprender rápidamente lo que había pasado. Fue tan real la fuerza física que sentí rescatándome y no encontrar a nadie detrás mío fue concluyente: Había sido mi ángel de la guarda.
La ayuda divina siempre se manifiesta. Más allá de la religión que profesemos, debemos saber que siempre caminamos acompañados. Tanto en las circunstancias lindas de la vida, como en las que nos sentimos agobiados por la dificultad. Nuestras preguntas siempre son respondidas, desde las sencillas hasta las existenciales. Lo más importante es que confiemos en que Dios, el universo o como cada quien le quiera llamar, nos proveen las respuestas que buscamos. Esas respuestas vienen de distintas maneras y a través de distintas personas, circunstancias, imágenes, sensaciones, sueños. Incluso a través del silencio. La clave es agudizar nuestros sentidos. A cada uno le será enviado el mensaje en el formato que le sea más sencillo comprenderlo: La conversación con un amigo, un comentario que escuchamos en un ascensor, la frase en el estampado de una camiseta. Un recuerdo, una llamada. Nuestros ángeles se encargan de esa mágica tarea.
Experiencia del ángel en bicicleta. Me pasó cuando estaba haciendo la especialización, que salía tarde de reunirme con mis compañeros. Estábamos adelantando un trabajo largo que había que presentar para una materia muy importante y yo terminaba llegando a mi casa ya tarde en la noche. En ese entonces trabajaba en el día de 7am a 5pm y salía de ahí a estudiar. Ya en la noche, después de bajarme de Transmilenio tenía todavía un tramo caminando para llegar a mi casa. En la avenida principal había todavía movimiento, pero al entrar al barrio ya el movimiento se reducía a casi cero. Recuerdo que escuchaba mis pasos mientras recorría las últimas 3 cuadras antes de llegar a mi casa. Ya estaba casi llegando y vi venir a alguien y sentí miedo. No tenía para dónde salir corriendo. Oré mentalmente: “¡Ángel de la guarda, ayúdame!”, y seguí caminando. Saqué valor de donde no tenía para mostrarme segura, fijé mi mirada hacia adelante y continué caminando. Sentía el corazón a mil. Recuerdo que comencé a escuchar el sonido de la rueda de una bicicleta que iba acompañándome -una bicicleta que físicamente no estaba presente en la escena-, pero que escuchaba perfecto en el silencio de la noche. Pasé por el lado del hombre y él ni se inmutó, era como si no me hubiera visto. Fue una experiencia increíble. Sentí un alivio y una gratitud tan grande, porque sabía que había sido escoltada por mi ángel en bicicleta.
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