¿Cómo va la causa? Era común escucharte preguntar. Me parece ayer vernos desayunando el Domingo en familia. Te encantaba el chunchullo frito con yuca cocida. Te sentabas a la cabeza de la mesa. Los Domingos aprovechabas para hacer cosas de mecánica, para hacer bocetos de etiquetas con tinta china. Nos ayudabas a hacer tareas de matemáticas y veíamos alguna película por la tarde. Te sentabas a anotar números en tu agenda. Recuerdo un pantalón de pana verde que solías usar, con tus apaches color café. Hoy me vienen muchos recuerdos a la mente: Te gustaba la yuca cocida, los dulces de fresa y malteadas de vainilla que preparabas, los helados de pelota de fútbol que nos comprabas cuando llegábamos a Girardot. Recuerdo cuando comprabas maní para tostar. También recuerdo que cuando era niña me hacía la dormida en tus brazos para que mi mami no me cortara el cabello; recuerdo que cuando cumplí 10 años, me regalaste un arreglo floral muy lindo con frutas, junto con una bicicleta. Recuerdo que me ayudaste a hacer un antifaz para el colegio que quedó espectacular, junto con una incubadora para la clase de Biología. Cuando estaba en 11, me ayudaste a resolver un ejercicio de reducción de Química, que me eximió del examen final de la materia. En ese mismo año estuviste hospitalizado y justo te dieron de alta el día de mi grado de bachillerato. Recuerdo tu felicidad porque yo había dado el discurso de los egresados.
Te gustaban los chiclets de cardamomo y “cacharrearle” al carro; y siempre estabas con ideas de productos y proyectos nuevos para la empresa. Recuerdo tu cabello canoso, el imán natural que eras para atraer animales y tu característica e inigualable tranquilidad. Por ti aprendimos el amor a los perros. Ellos hicieron parte de nuestra historia de vida, eran un integrante más de la familia. El día que partiste se acomodaron los 5 alrededor tuyo, en un silencio solemne. Una de las perritas, Muñeca, se sentó a esperarte que llegaras del trabajo los días siguientes y se iba triste a acostar. Lo siguió haciendo durante varios días. Le explicábamos que físicamente ya no volverías, pero insistía en esperarte. Recuerdo que estaban de moda la canción “Procura” de Chichi Peralta y “Suerte” de Shakira.
Recuerdo que me decías “Lilicitus del Papis”, por eso mi nombre de éste blog, en honor a la forma como me solías llamar de cariño. Recuerdo cuando estaba en el jardín, lo orgullosa que me sentí un día que me fuiste a recoger. Me sentía lo máximo entre mis compañeros. Recuerdo tus chaquetas de cuero, tus zapatos “apaches”, el pañuelo que cargabas en el bolsillo. Recuerdo también las gafas verdes de laboratorio, que guardabas en un cajón del bife. Recuerdo también tus agendas, las frases y números que anotabas. Recuerdo además perfectamente tu firma. Recuerdo tu investigación para comprar el 1er computador para nosotros. Estuviste revisando los clasificados del periódico varios Domingos, revisando especificaciones, cotizando. Hasta que finalmente fuimos a comprarlo un Domingo. Nos hablabas de la memoria RAM, del disco duro, etc. Hicimos turnos con mis hermanos, para que cada uno tuviera su horario con el computador.
Y trato de imaginar cómo serías hoy: ¿Cómo serías en tu faceta de abuelo? ¿Cómo estarías pasando la cuarentena con tu aplomo característico? ¿Si ya estarías ejerciendo Medicina, que era la 2da carrera que querías estudiar? Me viene también el recuerdo del nombre de tu tesis de grado: “…Hexaisotiocianato Ferrato III de Tetraetil Amonio”, presentada para optar por tu título de Químico. Un nombre que se me quedó grabado. Dentro de tus formulaciones, recuerdo la solución anti-artrítica que desarrollaste, la cual iban a comprar personas mayores a la casa. Volvían después a darte las gracias por el alivio que les generaba. También recuerdo la formulación que hiciste de solución electrostática para quemar planchas de impresión en litografías, y cómo la preparaban con mi mami y la envasaban en el patio de la casa. Recuerdo tu apoyo a mi idea de poner un punto de venta de la empresa en el barrio. Nos fue súper bien en las ventas aquel Diciembre! Recuerdo también cuando junto con mi mami compraron el Chevrolet Monza color rojo, nuestro primer carro familiar. Ese día fuimos a dar una vuelta por el barrio en familia, con los perritos y comimos arepa. El día que me casé estuviste también presente: La casa de banquetes dentro de su paquete de recepción ofrecía champaña. Cuando me pregunté qué marca era, me respondieron: Es una muy rica, que gusta mucho y se llama “Momentos”. No lo podía creer, se me aceleró el corazón. Era una champaña que tú habías formulado.
Fuiste buen hijo, buen hermano, buen esposo, buen papá, buen amigo. Particularmente recuerdo la noche en que me dijiste de la importancia de apoyarnos entre hermanos. Siempre tengo presente tu inteligencia y a la vez tu característica sencillez. Eras conciliador, buena gente y actuabas desprevenidamente. Recuerdo tu honradez y rectitud, tenías muy claros tus principios. No alardeabas y siempre te ponías al nivel de los demás. Eras generoso, humano y sosegado. Emprendedor impetuoso y extremadamente trabajador. Dispuesto a extender la mano al que lo necesitaba. Eras prudente y le ponías atención a lo importante, no te desgastabas en lo que no valía la pena. No eras un hombre malicioso ni rencoroso, solías dirigirte por tu instinto, confiabas en la gente y si te fallaban, perdonabas y seguías adelante. Nunca te escuché hablar mal de nadie, aunque tuvieras motivos para hacerlo. Estabas enfocado en sacar tu sueño de empresa propia adelante. Quienes te recordamos lo hacemos con gran amor, y profunda admiración y respeto. Hoy somos quienes somos como hijos, por el gran ejemplo que recibimos de ti, y ni qué decir del ejemplo de la mujer de oro que dejaste como cabeza de hogar, que ha dado más que la talla al momento de que faltaras. Mi mami, la GRAN MUJER que elegiste como compañera de vida y quien te acompañó hasta tu partida. Te amamos por siempre Pa!! ❤
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