Aprendizajes Covid-19

Lilicitus
4 min readMar 25, 2020

--

Si nos hubieran puesto a elegir detenernos, seguramente lo hubiéramos dejado para después porque estábamos muy ocupados. O tal vez hubiéramos pensado que era algo poco y nada factible que el mundo dejara de seguir su marcha, porque nos enseñaron que nada se detiene. Y de hecho es así. Si bien la mayor parte de la humanidad hoy está en cuarentena preventiva por la pandemia del COVID-19, y la economía detenida, se está gestando un cambio mucho mayor del que nos podamos imaginar. Es literalmente un antes y un después el que estamos presenciando. De la aparente normalidad, nos sobrevino un cambio abrupto, que hoy hace reconfigurar la humanidad. Veíamos ajeno y lejano el problema de salud pública que ocurría semanas atrás en China y hoy nos toca a nosotros, a todos. Que ironía que empezó a gestarse tan lejos, y hoy estamos resguardados en nuestras casas para protegernos.

Y de un día para el otro todo se detuvo. Fue un cambio de velocidad a cero. Puede que algunos nos sintamos detenidos y frustrados, tratando de entender qué está pasando. Viendo qué hacer con el tiempo, reacomodando nuestras rutinas, tratando de encontrar foco en un momento de confusión e incertidumbre. Tal vez el movimiento que siempre vemos afuera, ahora necesita gestarse hacia dentro, para repensarnos. Hacer una introspección, para vernos a nosotros, conociéndonos en aislamiento y en pérdida temporal de libertad para ir y venir. Y también para examinar la importancia del prójimo en nuestra vida, si realmente pensamos en él y en su bienestar. Es un ejercicio de desapego, porque eso que dábamos por sentado está cambiando. Ahora estamos sembrando una semilla para un hermoso y prometedor futuro, debemos tener paciencia para vivir los cambios que se avecinan, y una fé fortalecida para no desfallecer y seguir visualizando con alegría eso que hoy no vemos tan claro.

Esta situación va directo a nuestro corazón, nos hace pensar en respuestas y posibilidades. Tiene por objetivo tocar nuestra vida. Hacernos detener. Puede que nos haga reflexionar y nos inspire a ser una mejor versión como humanidad. Es un ejercicio “obligado” el que nos corresponde hacer ahora. Todo pasa por algo, y esta situación no es la excepción. Si bien es el resultado o mejor, la consecuencia de algo que no estamos haciendo bien y que se nos salió de las manos, tenemos la oportunidad de hacer un cambio profundo que nos permita ver nuevamente la luz. Un tiempo en el que nos vemos forzados a convivir con nosotros mismos, a reencontrarnos con nosotros. Todo un desafío de amor y tolerancia. Ya no tenemos la excusa del tiempo. Tal vez si nos abrume vernos “encerrados” de un día para el otro, pero es una cuestión básicamente de supervivencia. “Es una cuarentena del cuerpo, para la expansión del alma” (Claudio María Domínguez). Sin duda, debemos aprender a manejar nuestra vida, hacerlo de una forma más sana y luminosa. Cada uno es consciente en qué necesita mejorar, qué necesita corregir, qué necesita redireccionar. Si bien es un ENORME reto, con plena confianza en Dios vamos a superar juntos esta situación.

Hay un desequilibrio tan grande por nuestra falta de valores, que el planeta está gritando a través de una pandemia. Este es indiscutiblemente un punto de quiebre. Nuestro orgullo, soberbia y falta de humanidad, nuestro egoísmo y doble moral. La lista es larga. La concentración de la riqueza tan desigual. Decimos pensar en el otro, y siempre priorizamos nuestras necesidades. Actuamos de forma conveniente, con deseos de protagonismo y de siempre sacar ventaja. Esto es algo de envergadura, no para tomarse con ligereza. No es algo menor. Es una contundente invitación al cambio. Es una oportunidad para orar y conectarse. Que esta situación nos ayude a encontrarnos con nuestra fé pérdida o pospuesta. Que sea un renacer de nuestra relación con Dios o con el ser supremo en el que cada uno crea. Una oportunidad para realizar una búsqueda espiritual, que nos reconecte con nuestra esencia, que es naturalmente buena.

Hay que reinventarnos. Vamos a salir transformados, no vamos a ser los mismos. Si estuviéramos en una cuenta regresiva de nuestra vida ¿qué haríamos? ¿Qué dejaríamos de posponer? ¿Actuamos con determinación y verdadera intensidad, sólo frente a situaciones extremas? Este aislamiento preventivo nos toma a todos en distintas circunstancias. No creo que sean las circunstancias ideales para nadie, son las que nos tocan a cada uno. Pero sí estoy convencida que son las circunstancias necesarias para un verdadero despertar. Las preguntas que yo me estoy haciendo y que les propongo que se planteen son: ¿Qué haría yo al salir de la cuarentena? ¿Cuál es el mayor aprendizaje que he extraído hasta el momento? ¿Quiero ser una mejor versión de mí para ponerla al servicio de los demás? Si estamos preocupados, ¿cómo encausar esa preocupación? Con FÉ, que es el mejor antídoto para toda preocupación. Pidamos sabiduría, misericordia y fortaleza para estos momentos de prueba, que Dios siempre nos escucha. Todo esto pasará. Que esta situación inesperada e inédita, nos ayude a resignificar nuestra vida, a acrecentar nuestra esperanza y a buscar un propósito de vida que trascienda positivamente en los demás.

Muchas gracias por leer este post! Si te gustó o sientes que te sirvió para reflexionar, déjame un clap👏🏼 Y te invito a que me sigas por aquí o por Instagram en @lilicitus_blog, para que te enteres de las próximas publicaciones. Hasta la próxima!

Bendiciones para ti!

--

--

Lilicitus
Lilicitus

Written by Lilicitus

Me apasiona escribir sobre valores humanos y espiritualidad. A través de reflexiones y anécdotas, busco inspirar, aportar perspectivas y conectar con el corazón

No responses yet