Ser portadores de buenas noticias. Contar lo lindo, tener expresiones positivas. Eso debería hacer parte de nuestra cotidianidad. Sin embargo, muchas veces nos dejamos llevar por la queja constante y nos la pasamos hablando de problemas. Y sin darnos cuenta, nos convertimos en personas negativas y quejumbrosas. Que en nuestras conversaciones se hable de buenas noticias, que nuestra forma de ver la vida transmita esperanza. Cualquier momento de la vida, por difícil que sea, tiene una buena cara (si la queremos ver). Que nuestras palabras sean portadoras de luz, alegría y contagien de ganas de vivir. Que si no tenemos algo bueno que decir, prefiramos el silencio. Si no suma, que no salga de nuestra boca. Seamos responsables de qué hablamos y cómo lo hacemos. Las palabras pueden edificar o hacer todo lo contrario. No desestimemos su poder.
Hablar lo bueno, no es maquillar la realidad. Ser alegre, optimista, no es ser ajeno a la realidad. Es decidir verla con ojos de esperanza. Es inteligencia emocional. Es aprender a ver con sabiduría y gratitud, cada circunstancia y momento de la vida, y lograr ver lo bueno. Es fluir con las circunstancias y no ir en contra de ellas. Cada experiencia de vida llega como un maestro. Cada experiencia nos enseña algo y no llega por casualidad. Es parte del camino que cada uno viene a recorrer. Cada uno elige si lo recorre en modo gruñón o si decide gozarse lo que venga. Seamos positivos, que eso nos ayuda enormemente a nuestra salud mental y emocional, además de la física.
Hablando lo bueno, atraemos lo bueno. Ser portadores de buenas noticias, nos hace protagonistas de buenas noticias. Nos convertimos en lo que pensamos y aún más en lo que hablamos. Si lo que decimos es positivo, constructivo, no denigra a nadie, expresa gratitud y alegría de vivir, eso mismo atraeremos a nuestra vida. Vamos alimentando con nuestras palabras un círculo virtuoso de amor y progreso. Contribuimos a renovar la esperanza, sembramos semillas de vida. Que nuestro discurso diario no hable rendirnos y limitarnos, sino de crecer y hacer realidad nuestros sueños. Que nuestras conversaciones no estén llenas de excusas para no hacer, sino de motivos para crecer.
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