Crítica a la normalidad

Lilicitus
3 min readAug 13, 2021

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¿Nos cuestionamos la normalidad? Vemos a nivel macro como la concentración de la riqueza es cada vez más dispar, cómo se hace más grande la brecha entre ricos y pobres, y cómo se diluye cada vez más la clase media. Vemos cómo los privilegios son para pocos y contemplamos esa realidad como espectadores. ¿Nos cuestionamos si esa normalidad corresponde a parámetros de justicia e igualdad? Yo creo que todos, sino la mayoría, estamos de acuerdo en que la normalidad en la que vivimos no es justa ni mucho menos igualitaria. Vemos como las estructuras privilegian a unos pocos, y siguen rezagando a muchos. Es una realidad que no todos somos iguales, ni tampoco tenemos acceso a las mismas oportunidades. De qué familia provenimos, en qué condiciones crecemos, a qué calidad de educación accedemos, determinan entre otros muchos factores, nuestras posibilidades de bienestar y éxito.

Esconderse de la información. Antes teníamos que “reburujar” para conseguir datos e información, y ahora la información nos persigue. Literalmente estamos bombardeados de ella. Tener tanta información, en catarata todo el tiempo, tiene sus pros y sus contras. El acceso a internet por ejemplo, es un beneficio espectacular que nos brinda el avance de la tecnología hoy. Sin embargo, es tan rápido el ritmo y la velocidad con la que la recibimos, que no nos da tiempo ni siquiera de digerirla, de validar si proviene de una fuente fidedigna. Termina siendo abrumador. Si no tenemos un criterio formado respecto de los temas, vamos a comenzar como veletas de aquí para allá favoreciendo causas y asumiendo posturas que a veces ni entendemos a profundidad. Hoy más que nunca tenemos que ser críticos y selectivos respecto de la información que recibimos. Darnos el tiempo de reflexionar.

Cuestionarnos el por qué las cosas son como son. Preguntarnos, dudar. Si bien las cosas son de determinada manera, no significa que tengan que ser así, que no sean justas y mucho menos dignas para todos. A veces vivimos sumergidos en una profunda resignación, asumiendo que no podemos hacer nada y vivimos aletargados. Por supuesto que nuestro aporte personal suma, pero para cambiar las cosas que evidentemente están mal, hay que trabajar en comunidad para lograr los cambios que necesitamos. Tenemos el compromiso de vivir una vida mucho más consciente, de despertar. Siendo más responsables frente al medio ambiente, moderando nuestro consumo, fijándonos si los productos que consumimos son libres de crueldad animal. Siendo conscientes que la ropa que compramos barata por internet, es barata porque le pagan poco o nada a un “satélite” (persona en India o Pakistán, China u otro país) para manufacturar cientos de prendas en condiciones precarias. Pongámonos a pensar.

Mentalidad de escasez. Cuando nos faltan cosas básicas, nuestro cerebro entra en modo de pánico. Este modo nos hace actuar sin pensar, producto de la presión. Tomamos decisiones de supervivencia: Apresuradas, mal fundamentadas, emocionales y no tan racionales. Estamos con mucha adrenalina y con necesidad de solucionar lo inmediato, no pensamos a largo plazo. Nuestra urgencia es apagar el incendio, sin pensar en las consecuencias. Esa mentalidad de escasez, nos imposibilita aprender cosas nuevas y estar abiertos a otras posibilidades, no nos permite ver en perspectiva. Estamos limitados mentalmente y nos cerramos a otras opciones. Estamos en un modo de supervivencia, que no nos permite ver más allá. Es como echarle agua a una maceta, pero que está llena de agujeros. Y esto sucede cuando nuestras necesidades básicas no están cubiertas. Muchos de los esfuerzos de otras personas por ayudarnos, son en vano, porque nuestro cerebro está en modo “guerra”, blindado a cosas nuevas.

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Written by Lilicitus

Me apasiona escribir sobre valores humanos y espiritualidad. A través de reflexiones y anécdotas, busco inspirar, aportar perspectivas y conectar con el corazón

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