Cuando me siento sin rumbo fijo 🗺

Lilicitus
5 min readNov 7, 2022

Cuando me siento sin rumbo fijo, con ganas de tirar la toalla y decir no más. Cuando las cosas no parecen tener sentido, cuando todo se torna difícil. Cuando se nos junta todo y nos sentimos abrumados. Cuando son tantas las responsabilidades y el tiempo tan limitado. Cuando los esfuerzos parecieran no dar sus frutos. Cuando el agobio nos está robando la alegría de nuestro corazón. Cuando nos sentimos sin fuerzas ni impulso para continuar la batalla. Cuando nuestra fé es probada de forma prolongada. Cuando vemos que a gente buena, le pasan cosas malas. Cuando en nuestro intento por hacer las cosas de la mejor manera, nos encontramos con un mundo lleno de conveniencia. Y justo ahí, cuando todo pareciera perdido y no tener sentido es cuando me detengo para recalcular, aferrándome a mis convicciones más profundas. Cuando a pesar de la tribulación y el cansancio no dejo de orar. Cuando comprendo que para que vuelva a funcionar mi GPS, necesito serenarme y confiar. Que mi berrinche con el universo, no cambia en nada lo perdido que me siento y que aunque me libera, no modifica en nada mi realidad. Que comienza a iluminarse un camino cuando entiendo que para encontrarme, necesito perderme y recalcular.

¿Sientes odio y vives resentido? Te la pasas amargado y contagias de esa amargura a los demás? Es una señal de que las cosas no están bien. Seguramente te estás victimizando por distintas razones, culpando al mundo y a las circunstancias de que no estás viviendo la vida que merecerías. Pensamos que merecemos mucho más de lo que la vida nos está ofreciendo y entramos en ese delirio de persecusión o en esa paranoia de que el mundo está confabulado contra nosotros. Que no tenemos suerte, que las cosas no nos salen bien y que a los demás sí les va bien. Nuestras conversaciones se tornan negativas y actuamos a la defensiva. Nos sentimos cargados y desanimados. Nos tornamos agresivos e irascibles, y ese veneno comienza a extenderse y a prolongarse a través de nuestros días. Es momento de decir: ¡No más, basta! Los únicos responsables de generar el cambio que queremos en nuestra vida, somos nosotros mismos. No es maquillar la realidad ni tampoco curar de rapidez las heridas que necesitan de atención profunda. Es decidir tomar el control de nuestra vida, sabiendo que solo de nosotros depende cambiarla y hacerla tomar el rumbo que nos gustaría. Y que sí hay una nueva oportunidad de cambiar las cosas, solo si decidimos tomarla.

Somos un hermoso caos. A veces estamos alegres y otras veces tristes, a veces nos sentimos en paz y otras veces en conflicto, unas veces en calma y otras bajo la más grande de las tormentas. Estamos cambiando todo el tiempo, estamos en evolucionando constantemente. Vamos aprendiendo y desaprendiendo. Fuimos, pero ya no somos. Estuvimos, pero ya no estamos. Lo hicimos, pero ya no lo hacemos más. Nos equivocamos, pero aprendemos. Nos caemos, pero nos levantamos. Estamos en constante crecimiento. No somos las mismas personas de ayer, porque estamos rehaciéndonos todo el tiempo. Nos hacen los sinsabores y las contradicciones. Tenemos días de claridad y otros de no entender nada. Tenemos días con viento a favor y otros con huracán en contra. Estamos en una búsqueda constante, tratándonos de entender. Aprendiendo que unas veces podemos hacer algo y otras no podemos hacer absolutamente nada. Unas veces fluimos y otras nos resistimos. Y al final, entendemos que solo atravesando la duda encontramos la respuesta que buscamos.

El tiempo no borra, pero si acomoda. Muchos hemos escuchado “dejemos que el agua corra”: Es un dicho popular de mucha sabiduría. El tiempo es implacable en todos los sentidos. Y nos ayuda, entre otras cosas a sanar. No hay un tiempo determinado o estándar para decir: En equis tiempo curo mi herida, supero mi duelo, logro perdonar. Pero sí sabemos que el transcurrir de los días, las semanas, los meses e incluso los años, nos permiten distribuir, aligerar o abandonar las cargas. En la historia de vida de cada uno, podemos ver cómo el tiempo sutilmente va zurciendo las heridas, dándonos o quitándonos la razón, enseñándonos a vivir de forma más simple y sencilla. A veces quisiéramos que pasara el tiempo rápido cuando nos cuesta superar algo, y otras lento, cuando estamos disfrutando de un buen momento. El tiempo es un maestro invisible y también un tremendísimo juez. Es nuestro mayor aliado o nuestro gran enemigo, si estamos con temas pendientes que no tenemos el valor de resolver. Es imparable y debemos aprender a llevarle el ritmo.

El salto cuántico es hacia dentro. No es pretender que el afuera cambie, es cambiar nuestra percepción. Decidir aceptar con paz aquello que no podemos cambiar. Decidir estar donde nos sentimos bien y donde podemos simplemente ser. Aprender a gestionar nuestra rabia y manejar más sabiamente los enojos. Entender que los altos y los bajos hacen parte de la vida. Saber que aunque duela caer, nos levantamos más fuertes. Que más allá de la frustración está la grandeza de aprender. Que no perdemos por no conseguir lo que nos gustaría, sino ganamos en humildad y sabiduría. Que la carrera no es con nadie, sino es una competencia con mejorarnos a nosotros mismos. Que ser buenos a pesar de la ingratitud e indiferencia no es zoncera, es grandeza. Que no es cerrar la mente y endurecer el corazón, es abrirnos al sinfín de posibilidades que hay para quien decide disfrutar de la vida. Todos tenemos heridas, a nadie le ha tocado fácil, pero pasárnosla lamentándonos no soluciona nada. Irremediablemente tenemos que tomar las riendas de nuestra vida y tomar las decisiones que nos procuren alegría y bienestar. No es cumplirle a los demás, sino cumplirnos y honrarnos a nosotros mismos. Que no es egoísmo pensar en nosotros. Que nuestra forma de pensar, no sea una prisión mental. Que siempre prevalezca el amor propio y la capacidad de perdonar.

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Lilicitus

Me apasiona escribir sobre valores humanos, espiritualidad y actitudes positivas. Reflexiono, comparto anécdotas personales e intento aportar algo. Es mi legado