Hoy en día con tantas ocupaciones y frentes por cubrir, se torna en todo un reto diario lograr el equilibro entre las distintas facetas de nuestra vida. En ese proceso, de tratar de lograr un equilibrio sostenible -en la medida de lo posible por supuesto-, considero que el primer paso para estar bien nosotros, es limpiar nuestra alma y sanar nuestro corazón. Solo desde el bienestar personal, podemos desempeñarnos mejor en nuestros distintos roles. De acuerdo a la etapa de la vida en la que estemos, proporcionalmente más serán nuestros roles y también lo que los demás esperen de nosotros.
Muchas veces nuestros temas personales no resueltos, se trasladan a la relación con nuestra familia, pareja, amigos, a nuestro desempeño en el ambiente laboral, etc. Para evitar ésto, hay que tomar la decisión -como premisa de vida si es posible-, de no permitir que aquello que nos haga daño siga en nuestra vida. “Esto lo digo pensando en aquellos que están atrapados en una relación tóxica, en aquellos que se sienten agobiados por no controlar sus gastos; hay muchos que viven atados a recuerdos, a objetos, a personas dañinas”. (Tomado del devocional -El Man está vivo- Julio 15 de 2019).
Se necesita un plan de acción para resolver nuestros problemas. No podemos permitir que nos sigamos mortificando por los mismos temas. Lo que no sirva hay que sacarlo y ya, así de simple. Uno tiene que aprender a priorizar su estabilidad y tranquilidad emocional. La fuente de energía de cada persona es distinta, en mi caso es la oración. La oración me llena de paz, de gozo y de renovadas ganas de salir adelante. Me ayuda a ver lo positivo, a agradecerlo y a ser radical con aquello que no le hace bien a mi vida. Me da el valor y la humildad para reconocer en lo que estoy fallando y el firme propósito de enmienda para corregir mis errores. La oración me da esperanza, luz y fortalece mi fé. También me ayuda a aceptar con paz aquello que no puedo cambiar.
Lograr el balance es lo ideal, que no siempre es fácil de cumplir por distintas razones. No está mal que nos desequilibremos de vez en cuando, lo importante es el aprendizaje y crecimiento que logremos. Para ser mejor hijo, hermano, papá, amigo, profesional, vecino, extranjero, hay que saber balancear y priorizar. Cada faceta es importante, pero de acuerdo al momento o circunstancia hay facetas que requieren de más o menos atención. El punto es que para dar lo mejor de nosotros en nuestros distintos roles, tenemos que estar bien nosotros. El bienestar para cada uno es distinto: Puede ser descansar más -porque estamos muy agotados y en consecuencia irascibles-, consentirnos comiéndonos algo rico, sacar tiempo para hacer ejercicio, leer un libro/artículo interesante, en otras palabras, conectar con nosotros para recargarnos. Pensar en nosotros no es egoísmo, es un acto de amor, para nivelar nuestra energía y dar lo mejor de nosotros en todos nuestros roles.
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