Uno de los retos más grandes ha sido vivir en el exterior. En mayor o menor medida durante el transcurso de éstos últimos casi 9 años, se extraña el sentir que se pertenece a un lugar, el sentir arraigo: La familia, los amigos, el olor a la tierra, el sabor de la comida, la calidez de la gente de Colombia, son parte de un gran sentimiento de alegría y añoranza. Sin embargo, fue una decisión el salir del país y la consigna ha sido disfrutar de la experiencia. Disfrutar para estar presente y no pensando y comparando como sería si estuviera en mi país, sino valorando y agradeciendo donde la vida me ha puesto. Eso me ha ayudado a hacer de la experiencia la mejor posible.
La vida nos trae nuevos e increíbles desafíos todos los días. Son desafíos muchas veces que ni nos imaginamos, pero a los que tenemos que hacer frente. Seguramente cada uno tendrá desafíos particulares que enfrentar relacionados con el amor de pareja, las relaciones familiares, los amigos, la salud, la búsqueda personal de felicidad, el trabajo, las finanzas, etc. Y en ese camino que cada uno recorre, tomamos una decisión diaria: Disfrutar -o al menos intentarlo- , de lo bueno y lo malo que nos trae la vida. Es una decisión, que se traduce en una actitud de disfrute, de dejar fluir, de dejar que las cosas tomen el curso que deban tomar. Si bien no somos veletas, porque siempre vamos a querer que las cosas tomen la dirección que queremos, es importante aprender que en la vida nosotros hacemos una parte, y el universo se encarga de la otra.
A veces nos imaginamos que seremos felices y disfrutaremos la vida si conseguimos tal o cual trabajo, si nos casamos, si viajamos, si tenemos un estilo particular de vida… Al final si llegan o no las cosas o a las personas que deseamos a nuestra vida, eso no determina nuestra felicidad, sino la capacidad de disfrutar del camino que vamos recorriendo. Las condiciones que hoy tenemos de edad, salud y energía, son únicas y hay que saberlas aprovechar. Si bien cada uno puede estar en distintas etapas de su vida: Juventud o madurez, soltero o en pareja, gozando de salud o enfermo, con o sin trabajo, alegre o triste, lo clave es entender que son momentos únicos, valiosos y necesarios para nuestro crecimiento. A veces para ver con más claridad las cosas, hay que pasar por momentos de oscuridad, para saber apreciar la luz cuando aparece en escena en nuestra vida.
Es impredecible saber qué va a pasar. Justamente hablábamos con mis hermanos éstos días de la importancia de valorar y disfrutar lo que se tiene y evitar hacer foco en lo que no se tiene. Es fácil disfrutar cuando todo va bien, el reto por el contrario está en disfrutar cuando las cosas no resultan como esperamos. La tarea: Tratar de hacer memorable cada día, como si fuera el último. Disfrutar es una terapia y nos ayuda a estar física y emocionalmente más saludables. La revolución de las pequeñas cosas, como dice la psicóloga española Elsa Punsent en su libro “Felices”, menciona justamente cómo disfrutar de las cosas sencillas de la vida: El café de la mañana, el contemplar un amanecer, una charla interesante, el bailar porque sí. Hay que redescubrir el valor de las cosas y agradecerlas, no darlas por sentado. “Llueva, truene o relampagueé”, hay que seguir la vida siempre. Para cosechar, hay que sembrar. Así que a sembrar disfrute, para cosechar felicidad en abundancia!
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