Estamos en un vaivén permanente. A veces tenemos claridad de lo que queremos y otras no. Otras tenemos elocuencia para expresar nuestros sentimientos y otras no. Algunas veces estamos súper entusiasmados y otras nos encontramos en un sin sentido abrumador. Y así vamos oscilando y tratando de encontrar todos los días de la vida el equilibrio que tanto anhelamos. Tal vez necesitamos bajar nuestras revoluciones para descubrir nuestras verdaderas necesidades. Escucharnos y ser más sensibles a nosotros mismos, sin estar distraídos por el ruido externo. Tener siempre presente que podemos renacer, una y otra vez. Saber que cada día es una oportunidad y que nos podemos re-editar. Somos un caudal energético y necesitamos canalizarlo, llevarlo a su más hermosa expresión. Ser gentiles y compasivos con nosotros, respetar nuestros tiempos y honrar nuestro camino. Nadie sabe cómo es caminar en nuestros zapatos, ni nosotros cómo es caminar en los de los demás. Que siempre haya amor y generosidad hacia nosotros y hacia los demás, porque todo lo bueno siempre vuelve multiplicado.
Hagamos un tributo a la sinceridad. Y empecemos por nosotros mismos. Saquemos a flote lo que anhelamos, sin maquillarlo. A veces emperifollamos mucho las cosas, y son más simples de lo que imaginamos. Seamos auténticos, no seamos otros por agradar o ajustarnos a las expectativas de los demás. Siempre en el marco del amor y del respeto, pero siendo nosotros. No cohibamos nuestro genuino sentir, porque de tanto reprimirlo, nos acostumbramos a caracterizar otros personajes que no somos nosotros. Tengamos conversaciones incómodas, confrontémonos. No se trata de volumen sino de contundencia. ¿En qué momento dejamos de ser nosotros? ó pasamos a dosificarnos tanto, que nos acostumbramos a vivir medido y a no dejarnos fluir? No nos dejemos salpicar de juicios y culpa, porque eso no nos deja avanzar y vivir a plenitud. Y en cuanto a lo que nos hace mal, es bueno sufrir de amnesia selectiva, pasar la hoja rápido y seguir la vida.
Aprender las lecciones y seguir adelante. Cada quien entiende en la vida lo que quiere o lo que puede. La dinámica consiste en tomar el aprendizaje que nos deja cada experiencia y seguir recorriendo nuestro camino, el que nuestras decisiones nos van marcando. Cada experiencia nos va encontrando más maduros y conscientes. No somos infalibles, siempre van a ver cosas que no salgan como esperamos, aunque hayamos hecho lo mejor de nuestro lado. Siempre estamos tratando de darnos en su justa medida “ni muy muy, ni tan tan”, de acuerdo a la circunstancia. Unas veces somos genuinos, otras ingenuos, unas veces nobles y dóciles, y otras predispuestos e intransigentes. Y al final la vida nos va a llevar a crecer, a reflexionar a través de lo que nos pasa para evolucionar. Todos vamos creciendo y cambiando. Vamos trabajando la tolerancia y la frustración al no, la capacidad de ser compasivos para perdonarnos y perdonar. Y todo para que nunca se pierda el encanto por la vida, para que siempre haya armonía y ganas de vivirla.
¿Quién tiene la fórmula mágica? Ninguno de nosotros, todos somos aprendices. Estamos tratando de encontrar un equilibrio que nos lleve a disfrutar la vida con sus cosas lindas y también con sus bemoles. Tener la capacidad de adaptarnos, y de aceptar con paz los cambios que vienen a nuestra vida. Es muy importe seguirnos la cuerda con las ideas nuevas que nos surgen y dejar que la pasión tome forma. Seamos más espontáneos y menos severos a la hora de expresarnos. Con el paso de los años nos pasa a importar menos la opinión de los demás. Nos sentimos más libres y fluidos, porque no le estamos cumpliendo a los demás, sino a nosotros mismos. Uno en la vida siempre está haciendo audiciones, salgamos a ser la mejor audición hoy. Somos directores de orquesta de nuestras emociones. Que logremos mantener nuestra autenticidad, inspirarnos en aquellos que ya han alcanzado lo que soñamos e intentémoslo. No dejemos de insistir en la realización de nuestros sueños. Nunca es demasiado tarde.
Hoy la pandemia es una realidad punzante que no es ajena a nadie. Sin ánimo de romantizarla, ésta nos ha llevado a ver la vida de otra manera. Lo que más destaco es la capacidad que hemos re-descubierto de influir. Todos somos influencers de distinta forma y medida, y tenemos que saberlo aprovechar. Si bien ha sido un cimbronazo, un remesón para todos esta situación, nos ha ayudado a ir a lo esencial. Hemos relativizado la distancia. Ahora estamos más cerca, a pesar de estar físicamente lejos. Ahora hemos buscado más de Dios, nos estamos comprometiendo de corazón a ser mejores. Más conscientes de nuestra vulnerabilidad, pero también del poder de nuestra fé. Con total convicción vamos a estar mejor, que este tiempo no sea en vano y logremos dar ese salto a una espiritualidad real y práctica. Dejemos por un momento el frenesí y la vorágine de nuestros pensamientos, aquietemos nuestra mente. Confiemos, que todo va a estar bien.
“La Fé -Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” (Hebreos 11:1)
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