El precio de la zona de confort

Lilicitus
3 min readOct 15, 2021

No incomodarnos tiene su precio. Cuando no estamos dispuestos a sacrificar nuestra comodidad, estamos condenándonos a lo mismo. El quejarnos por un trabajo o una relación que no nos gusta no cambia nada, pero sí alimenta nuestra latente insatisfacción. Mantenernos en el mismo lugar y haciendo las mismas cosas, no produce cambios significativos en nuestra vida. Lo que generan los cambios, son una gran renovación y cascada de nuevos retos, junto con un ramillete de nuevas posibilidades. Naturalmente nos da seguridad lo conocido, en lo que llevamos tiempo y lo que creemos ya sabemos manejar a “ojo cerrado”. Si nos ponemos a revisar, cada día nos enfrentamos a micro decisiones que nos empujan a salir se nuestra comodidad: Desde levantarnos temprano, alimentarnos saludablemente, hacer ejercicio. Y ahí vemos qué tanta convicción y disciplina tenemos realmente de hacer cambios, porque si no estamos dispuestos a tener fuerza de voluntad en lo pequeño, definitivamente no la tendremos en lo más grande.

Por comodidad dejamos pasar oportunidades. Nos llenamos de miedos, de ‘peros’ y nos autojustificamos seguir en lo mismo. Pensamos que las oportunidades nos van a esperar y desafortunadamente no es así. Las oportunidades se presentan solo una vez y tenemos que estar atentos. Muchas veces nuestro ego, nuestra falta de humildad, nuestro orgullo e incluso nuestra ignorancia, nos restringe de lanzarnos a explorar nuevos caminos. También la pereza mental de tener que adquirir nuevos conocimientos y desarrollar nuevas habilidades, nos lleva a preferir seguir igual. No podemos pretender generar cambios a control remoto, tenemos que ponernos al frente de la transformación que queremos, con lo que implique: Dolor, desapego, lágrimas. Para finalmente lograr romper con la inercia que nos lleva a hacer todos los días lo mismo, de la misma manera y con los mismos resultados.

Atreverse rinde sus frutos. Quien se aventura, gana más que el que se queda sin hacer nada. El valiente, el que pasa del decir al hacer, el que hace más y habla menos, es el que obtiene lo que se propone. Generalmente el que no hace nada novedoso en su vida, vive frustrado y se dedica a criticar a quien sí lo hace. ¿A qué grupo pertenecemos? ¿A los que hacen o ven hacer? Tenemos el recurso del tiempo limitado, y asumimos que tenemos la vida entera para pensar si hacemos o no las cosas. ¿Qué es lo más grave que puede suceder? ¿Que no funcione nuestro intento? Intentar ya es de por sí ganancia, así que intentémoslo. Puede que la cuarentena interminable que hemos pasado haya adormecido a muchos, pero nos ha despertado a algunos y nos ha llevado a probar en la práctica que nuestro único freno es mental. Hay mucho por hacer, decidamos salir de nuestra comodidad!

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Lilicitus

Me apasiona escribir sobre valores humanos, espiritualidad y actitudes positivas. Reflexiono, comparto anécdotas personales e intento aportar algo. Es mi legado