Estados emocionales en #Cuarentena

Lilicitus
4 min readApr 1, 2020

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En una dinámica donde todos los días parecen iguales y se matizan con las noticias que vamos leyendo sobre los casos de Covid-19 y las medidas en cada país, se constituye en todo un trabajo emocional el mantenernos enfocados y especialmente, en calma. Creo que todos hemos pasado por una montaña rusa de sentimientos durante los días de cuarentena. Atravesando desde el escepticismo y la negación de la magnitud de lo que está ocurriendo, pasando por la preocupación y la incertidumbre, hasta la confianza y la certeza de que todo estará mejor. Lo más importante: No perder la fé y la capacidad de disfrute a pesar de los tiempos difíciles. No permitir que el ánimo decaiga. Ninguno de nosotros se conoce realmente bajo circunstancias perfectas. Ahora que estamos frente a semejante pandemia, es cuando realmente nos medimos como individuos y sociedad. Veo este “lockdown” como una oportunidad para bucear profundo en nuestras emociones. Estar aislados nos confronta con nuestra necesidad del otro, pero también nos reencuentra con nosotros y esa necesidad de silencio que nos hace escucharnos. Estar aislados es positivo y no tan positivo, según como lo queramos ver. Es una moneda de dos caras. De un lado nos permite tener un tiempo para nosotros y de otro, nos cohibe de cultivarnos y crecer en nuestra dimensión social a través de la interacción física con los demás. Y como no sabemos cuánto tiempo vaya a durar todo esto, nos inquietamos naturalmente más.

Ver este tiempo de confinamiento como una oportunidad para fortalecer el carácter y cambiar hábitos, para descubrirnos en otras facetas. ¿Qué hacer frente al aburrimiento, la depresión, la soledad, los conflictos de pareja que comienzan a aflorar? Tener mucha paciencia y dominio propio, y principalmente la conciencia de que todo esto es circunstancial. No ponernos a la defensiva por la irritabilidad, sino tratar de tender puentes y derribar los muros que se vayan levantando. Dejar rencillas y egoísmos. No es el tiempo para fomentar sentimientos negativos. Empeñarnos en ser mejores, debe ser nuestra tarea diaria. Todo está convergiendo a un gran e inevitable cambio. Nos moviliza a un transformación tan grande, como importante y necesaria para nuestro despertar y evolución. El cambio nos cuesta y aunque intentemos resistir a él, ya se está gestando. El cambio implica desacomodo y reinvención. Nos toca despabilarnos, porque lo que era lo “normal” tal vez no lo vaya a seguir siendo más. El gran desafío es tener la inteligencia emocional que demandan estos tiempos cambiantes: Se rompen paradigmas, se establecen nuevas reglas y tenemos que estar preparados, o por lo menos intentar estarlo. Tener la disposición y la determinación para hacer los ajustes que se requieran en nuestro estilo de vida. Nos toca ser como las palmeras: Firmes, pero flexibles.

Que no sea un tiempo en vano, que sea un tiempo fructífero en el que crezcamos y realicemos una verdadera búsqueda espiritual. Un tiempo para ver nuestra vida en retrospectiva y evaluar qué tenemos para corregir. Evitar actuar desde la cobardía y el miedo, e intentar hacerlo desde la fé y la convicción férrea de que todo pasará. Tengo un hijo pequeño que todo el tiempo dice “gracias”. Y eso me hace cuestionarme sobre qué tan seguido le doy las gracias a Dios por las bendiciones que me da. Estoy segura que esta pandemia llegó para hacernos ver que todo lo que hacemos tiene repercusiones, y que es un tiempo para recapacitar. Que tengamos la sabiduría, valentía y determinación necesarias para hacer una autoevaluación y cambiar lo que necesite ser cambiado. Si bien estamos viviendo un momento de transición complejo e incómodo, que logremos ver con esperanza el porvenir, y las oportunidades que se puedan generar después de esta crisis mundial. Si bien los pronósticos no son tal vez los más alentadores, está en nosotros ver lo que se aproxima con confianza y el mayor optimismo posible.

Que tengamos el firme propósito de resarcirnos de nuestras fallas como humanidad. La falta de sensibilidad, empatía y solidaridad hacia el otro, el saqueo despiadado que hemos hecho al medio ambiente sin medir consecuencias, nuestro deseo de conquistar metas comprometiendo nuestra honestidad e integridad, nuestra búsqueda espiritual pospuesta y reemplazada por una aparente y efímera felicidad. Tener el tiempo para replantear prioridades, para darle importancia a lo importante: La familia. Para perdonar, elaborar duelos, redescubrir nuestra faceta humana, tal vez olvidada por nuestro ego y materialismo. Y por supuesto para redefinirnos y redescubrirnos en roles impensados ¿Qué nos traerá la pos-cuarentena? Nos corresponde estar a la altura de las circunstancias e ir pensando y planeando qué hacer. Que no nos tomen ventaja los nervios, la angustia, la tristeza, la preocupación. Aludamos a nuestra capacidad para sobreponernos y adaptarnos rápidamente a los cambios que se avecinan. Nuestra resiliencia va a ser clave para superar la situación.

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Bendiciones para ti!

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Written by Lilicitus

Me apasiona escribir sobre valores humanos y espiritualidad. A través de reflexiones y anécdotas, busco inspirar, aportar perspectivas y conectar con el corazón

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