Nos autoimponemos barreras. Algunas veces subestimamos nuestras capacidades. Perdemos la confianza en nosotros y buscamos excusas para no hacer o postergar. Nos anticipamos y predisponemos pensando en que algo es difícil y poco factible. Por miedos e inseguridades no nos atrevemos a hacer las cosas. Aplazamos aprender algo nuevo, iniciar un emprendimiento, cortarnos el cabello, por distintos temores. La magia ocurre cuando nos atrevemos a hacer las cosas, cuando damos el salto sin pensarlo tanto. Resulta que lo que considerábamos difícil y lejano, es posible y no es tan complicado! Y al final, era solo cuestión de intentarlo.
La vida no nos pregunta. La vida nos va presentando desafíos todo el tiempo. Nos pone frente a decisiones que muchas veces nos cuesta tomar. Muchos tenemos nuestro “castillito” ya armado y nos da temor perder lo que ya hemos construido. Y se nos olvida que al final nuestra vida es un set de piezas de “Lego” que también se puede desarmar: Cambiarse de casa, de trabajo, viajar. Muchas veces nos quejamos de la monotonía de nuestra vida, pero ¿qué tanto estamos dispuestos a cambiar? Naturalmente nos gusta la estabilidad, y cuando esa estabilidad se ve amenazada, nos inquietamos. Transitar esa incomodidad, hacer el duelo por lo que queda atrás, nos hace crecer y madurar. Dejar que nuestras emociones se expresen, pero no sumirnos en un eterno drama sin avanzar.
Nos dedicamos a lidiar, en vez de solucionar. Tenemos problemas y no los resolvemos. Nos encanta hablar de ellos y darles un lugar protagónico en nuestra vida, pero no resolverlos. ¿Qué estamos haciendo hoy para solucionarlos? Buscar proactivamente soluciones es un ejercicio que nos da paz mental y nos ahorra mucho tiempo y energía. Si tiene solución manos a la obra, y si no tiene solución, pues resignación. Hay cosas que se pueden cambiar y otras no. Lo más importante es tener en claro que no hay que lidiar simplemente porque sí. Si nos pesa y si nos mortifica, hagamos lo que sea necesario para solucionarlo. No quedarnos en una simple intención, porque eso no cambia absolutamente en nada la situación. Cada acción suma, aunque parezca pequeña. Si queremos cambiar nuestra realidad, haremos lo necesario para cambiarla. Sin más espera y sin más excusas.
La única constante es el cambio. Todo cambia, todos nos transformamos. Cuando cambiamos, crecemos. Los cambios son grandes pasos en nuestro crecimiento personal. Con cada cambio honramos nuestra libertad y fortalecemos nuestro espíritu. Con cada cambio hacemos un duelo, trabajamos el desapego y alzamos vuelo. El fluir con los cambios nos ayuda a disfrutarlos mejor, porque los aceptamos. Hay cambios que no elegimos, pero que nos toca sobrellevar. Y otros que consciente y voluntariamente buscamos y que nos da mucha alegría materializar. El cambio nos hace creativos y proactivos, nos hace ganar seguridad y confianza personal. Nos hace intrépidos y atrevidos, y nos hace experimentar esa adrenalina del intentar. Cambiar es un proceso que nos fortalece y nos engrandece.
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