“Un amigo ama en todo tiempo, es un hermano en la adversidad” (Proverbios 17, 17). Una de mis grandes amistades empezó en la universidad años atrás. Como anécdota, yo no le caía bien a ella - me lo confesó tiempo después- y sin embargo, es hoy una de mis más entrañables, maravillosas e incondicionales amigas. Ella tenía la imagen de que yo era “nerd”, porque mis compañeros me pedían prestados los apuntes para estudiar para los exámenes, y consideraba además que no podía haber alguien que le cayera bien a todo el mundo -según ella- porque conocía y hablaba con mucha gente de la facultad (compañeros, profesores, vigilantes, gente de la fotocopiadora, etc). En definitiva, el hablar por primera vez para un trabajo de la universidad, nos hizo encontrar muchos puntos en común en nuestras personalidades y empezar a cultivar una amistad hermosa y enriquecedora, que hasta la fecha perdura.
La amistad es el regalo más hermoso que alguien más nos puede brindar y nosotros corresponder a ese acto generoso, y viceversa. Es una relación de amor, confianza e incondicionalidad, que se cultiva con el tiempo y los detalles. Un amigo es un hermano, un confidente, un consejero. Se alegra con sinceridad de nuestros triunfos y se preocupa por ayudarnos a levantar de las derrotas y momentos difíciles. Un amigo nos escucha y nos acompaña. Nos ayuda a ser cada vez una mejor versión de nosotros. Así como nos reconoce lo positivo, nos hace caer en cuenta también de lo que no lo es para mejorar. Un verdadero amigo no envidia, ni es egoísta, ni tampoco compite con nosotros. Siempre prevalece en la relación de amistad una admiración mutua y un gran sentido de ayuda.
Un amigo es un tesoro. Es una alegría y una gran bendición saber que se cuenta con alguien dispuesto a apoyarnos sin importar día ni hora, ni distancia geográfica, ni condición climática. Un amigo está dispuesto a ayudarnos siempre y se preocupa genuinamente por nuestro bienestar. Valora nuestra esencia y trasciende lo superfluo. Prioriza la relación de amistad, antes que lo material. Con un amigo se pueden comer desde tostadas sentados en un parque, hasta un manjar en un gran restaurante. Es generoso en calidad de tiempo y en gestos de cariño. Siempre pronto y dispuesto a darnos una mano. Prudente y considerado en todo momento.
La amistad es una relación maravillosa. Con un amigo compartimos sin fin de momentos, risas, conversaciones profundas, anhelos y sueños sobre el futuro. Con un amigo hablamos abiertamente de nuestros proyectos, de lo que nos gustaría hacer, así como también acerca de nuestras preocupaciones y temores. Siempre en una base de respeto, atenta escucha y esmerado interés. Cuando una amistad es genuina, se mantiene en el tiempo y a pesar de la distancia. Puede que incluso que no nos veamos con frecuencia, pero el cariño y admiración mutua están intactos, como si nos hubiéramos visto ayer. Un amigo nos brinda felicidad y risas espontáneas, es un verdadero alimento para el alma.
Un amigo nos acompaña en las distintas etapas de la vida. Acompaña nuestro crecimiento, y es partícipe de nuestros cambios. Nos ve madurar y florecer. Acompaña nuestros procesos de decisión, nuestros logros y nuestras dudas. La amistad nos empodera y nos llena de confianza. Una verdadera amistad se mantiene -contra tiempo y marea -, como dice el refrán. Con un amigo disfrutamos de lo sencillo de la vida. No importa que no nos veamos con frecuencia, es comprensivo y respetuoso de nuestras posibilidades y disponibilidad de tiempo para compartir. No es pretencioso ni condicionante, porque sabe que la amistad se construye en libertad. Está dispuesto a perdonar nuestras faltas, porque su cariño y nobleza están por encima de cualquier diferencia. Sabe honrar la amistad con detalles sencillos, como un te quiero o un abrazo sentido, un mensaje de aliento o un “nos vemos pronto” cargado de nostalgia cuando nos despedimos.
Un amigo se complace en vernos bien y nuestra felicidad es la suya. Podemos acudir en búsqueda de consejo, y siempre un amigo nos va a escuchar, sin reprocharnos ni juzgarnos, nos hará ver desde su amor que tenemos para mejorar. Un amigo es leal, solidario y cariñoso. Podemos contar con él siempre y eso es algo extraordinario. Es paciente y cálido, se esmera siempre por brindarnos lo mejor de sí. Un amigo es un ángel guardián, que nos hará recordar siempre el amor de Dios por nosotros. Con un amigo sabemos que no caminamos solos y que tenemos un hermano que recorre la vida con nosotros. Un verdadero regalo del cielo!!
Para reflexionar:
- ¿Consideras que tienes amigos verdaderos?
- ¿Cómo cultivas tus amistades?
3. ¿Te consideras un amigo leal?
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