Cuán importante es comunicar y aún más el arte de saber cómo. Es sin lugar a dudas una habilidad determinante para el desarrollo de nuestra vida y más ahora con el auge de la comunicación virtual, que no requiere contacto físico. Desde niños aprendemos los códigos de la comunicación y los adquirimos como patrón para la vida. De acuerdo a la dinámica familiar que hayamos tenido en los primeros años de vida, aprendemos a ir por el camino de hablar o callar, de comunicar con nuestros gestos y actitudes, de expresar nuestros sentimientos. Esa expresión depende en gran medida de qué tanta libertad o coacción hayamos tenido por parte de nuestros padres, de cómo los vimos interactuar entre ellos, manifestarse amor y también resolver sus conflictos. Algunos han aprendido a comunicar desde el amor, la libertad y el respeto, a través de la comunicación clara y directa, otros a través del silencio y la distancia, de retraerse y cerrarse a expresar lo que sienten. Otros por su contexto e historia de vida, lo han hecho desde la susceptibilidad y el llanto, otros desde el sarcasmo y los comentarios de doble sentido; otros desde la explosión sin medir consecuencias, y otros simplemente aislándose, porque quieren expresar lo que sienten, pero no han aprendido cómo y eso les genera un conflicto que prefieren lidiar solos.
Todo el tiempo están en juego nuestras expectativas y nuestro estado emocional. Yo entendí que tu entendiste, y yo asumí que tu asumiste, y se termina por no transmitir el mensaje como se quería, porque queda a la interpretación de cada cual y las interpretaciones son subjetivas. Qué importante asegurarnos de haber transmitido el mensaje que queríamos, para evitar malos entendidos, las discusiones que a veces se derivan como consecuencia y hasta incluso los distanciamientos de familias, amigos y parejas, renuncias a trabajos y pleitos, que pueden llegar a darse. Una estrategia que podemos usar para asegurarnos de que dijimos lo que queríamos decir, es re-preguntar si se entendió, o directamente volverlo a decir, para procurar la mayor claridad posible; y de la misma forma, sí entendimos algo y tenemos duda sobre lo que entendimos, re-preguntar dirigiéndonos a la fuente sin dudarlo. Esto aplicado a relaciones personales, laborales y a nuestra vida diaria en general, nos va a ayudar a que fluya una mejor comunicación. Entender que en la comunicación están involucrados sentimientos, expectativas, intereses y nuestro ego, es fundamental porque ser consciente de ello nos lleva a esmerarnos en mayor o menor medida de acuerdo a lo que queramos y busquemos.
No menos importante es mencionar la capacidad de escucha, que es igualmente determinante y decisiva en el proceso de la comunicación. Somos emisores y receptores todo el tiempo, es una dinámica permanente, y una escucha atenta y empática hace la diferencia en la calidad de la comunicación que establecemos. Hay quienes naturalmente son más argumentativos y expresivos y suelen llevar el dominio de las conversaciones, y otras personas se caracterizan por ser de pocas palabras y de contadas manifestaciones, y de ser más pasivos a la hora de comunicar. Ninguno de los 2 tipos está bien ni mal, son simplemente estilos diferentes, y cada uno tiene el rol que quiere tener -más protagónico o menos protagónico-. Las formas varían y eso es parte de la naturaleza diversa y riqueza del ser humano. Lidiar con la diferencia es lo clave, y hacerlo a través de una comunicación asertiva se constituye en una gran herramienta para conectar de forma efectiva con los demás.
Actualmente, dentro de nuestra comunicación moderna sucede que como gran parte del contacto que tenemos con otras personas es virtual, a través de dispositivos como el celular o la computadora, y a su vez a través de aplicaciones como WhatsApp/Telegram, Messenger de Facebook, Skype, nuestra comunicación queda supeditada a que tengamos una muy buena redacción para dar a entender lo que queremos, al uso de emojis y stickers para transmitir estados de ánimo, y en el último tiempo al uso de notas de voz, que a mi gusto personal funcionan mucho mejor para transmitir. Éstas últimas, las notas de voz, permiten más cercanía porque hacen más personal el contacto: El tono de voz, las pausas, la velocidad, las palabras que empleemos al hablar, incluso la risa, la respiración, al escucharse del otro lado le dan un toque de especial al contacto. Pasa que a veces las palabras escritas cumplen su función, pero algunas veces no alcanzan a ser lo suficientemente expresivas y abarcativas, para transmitir lo que queremos, y es necesario complementarlas a través de algún otro recurso: Llamar directamente, por ejemplo. Dentro de las implicaciones de comunicarnos como lo hacemos hoy en día -gran parte del tiempo en forma virtual-, está todo un manojo de cortos circuitos en la comunicación. La gente que en vez de decir me molesta x cosa, decide irse de los grupos de WhatsApp sin comentar nada, los que dejan de responder mensajes de un momento a otro, los que dicen estar interesados y ni un hola, qué tal, mandan. Los que muestran su personalidad virtual richarachera y al momento de abordarlos en persona ni hablan 🤷🏼♀
Procurar una buena comunicación hace de nuestras relaciones, relaciones más sanas. Aprender a saber en qué momento hablar o guardar silencio, aprender a escuchar de forma atenta y respetuosa sin interrumpir a los demás, saber en qué momento es necesario aclarar lo que quisimos decir, es un arte que vamos afinando con el tiempo. Tomar conciencia de la importancia de saber comunicar, nos lleva a esmerarnos en hacerlo cada vez mejor. En el medio de nuestra comunicación siempre van a haber deseos, expectativas, egos cruzados. Así que la mejor forma de comunicar siempre va a ser desde el amor, el respeto y la empatía. Que no entremos en esa competencia sin sentido de querer siempre tener la razón, o tal vez ser los centros de atención, o quizá pretender que los demás piensen como nosotros. Aprender a comunicar con inteligencia y prudencia, nos abrirá siempre puertas y lo más importante, nos ayudará a mantenerlas abiertas.
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