La empatía 🤝

Lilicitus
4 min readJul 21, 2020

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¿Qué es la empatía? Nos justificamos en sentirnos desbordados de preocupaciones para no fijarnos y mucho menos involucrarnos con la realidad de los demás. Decimos que no tenemos tiempo y que nuestros problemas son mucho más complejos, como para ponernos a ayudar a otros. Si tan solo tuviéramos la capacidad de dejar de enfocarnos solo en nosotros, despertaríamos esa sensibilidad que permanece adormecida por nuestra falta de compasión y caridad hacia los demás. Estamos tan ensimismamos, que pareciera a veces que el resto del mundo no existe para nosotros. Si fuéramos realmente conscientes del poder de los pequeños gestos, haríamos del mundo un lugar mejor. Estaríamos más dispuestos a detener por un momento nuestro “rally mental” y a sintonizarnos en un modo más humano y menos indiferente con quienes nos rodean. Y aquí entra en escena la empatía, como esa capacidad maravillosa de brindar con amor y generosidad nuestra atención a los demás, de ponernos en su lugar y solidarizarnos con las situaciones que los aquejan. Si por un momento dejáramos nuestro constante diálogo mental, para volcar nuestra mirada y nuestra escucha a otras realidades, podríamos aliviar con nuestra empatía en alguna medida la carga que están llevando los demás.

La empatía debe comenzar por nosotros mismos. No postergarnos más, no seguirnos dejando para después. Me refiero con esto a tener claro lo que queremos y lo que no queremos para nuestra vida. Evitando conscientemente los vampiros energéticos: La gente negativa que roba paz y energía, que son una constante quejadera y que afectan nuestra valiosa armonía. En otras palabras: “Gente que seca un papayo”, como decía un jefe mío en Colombia. A veces entregamos demasiado y nos olvidamos de nosotros. Es muy importante llenarnos para poder compartir con los demás, pero sin vaciarnos. No permitir que nada ni nadie nos quite nuestra paz, que es uno de los activos más preciados que podamos tener. Evitar ponernos en segundo lugar, porque para ayudar necesitamos estar bien primero nosotros. En Colombia por ejemplo, nos inculcan mucho el dar, la generosidad, el brindarnos en demasía. Y es algo bueno, pero en su justa medida. Buscando siempre un equilibrio y no ganarnos un déficit emocional, por la consigna a veces malentendida de siempre ayudar. Todos los extremos son malos, y el ser buena gente olvidándose de uno, también lo es.

Ejemplos de empatía hay muchos. Como premisa, quiero empezar diciendo que hay que dar de lo que esperamos recibir. Hay muchas formas de ser empáticos, si tenemos el deseo y la voluntad de serlo. ¿Cómo nos ponemos en los zapatos del otro? Escuchando, no siendo indiferentes, brindando una palabra de consuelo, por ejemplo. Lo que debemos es tener interés y deseo real de ayudar. Entendamos que la empatía no es amargarnos con la amargura del otro, con su congoja y su lamento, sino empoderarlo con frases de ánimo y prodigándole un cariño que le inyecte motivación para salir adelante. Que no se vuelva un comité de tristezas, sino un verle lo bueno a lo que nos esté pasando y saber que en algún momento va a terminar. Enfrascarse o ahogarse en un vaso con agua puede ser la tendencia de algunos, pero un chaleco salvavidas puede ser una palabra empática dicha a tiempo. Los problemas son diferentes para todos. Ser empáticos tiene un efecto analgésico en los demás. La empatía es volver la mirada con amor, respeto, compasión, generosidad, amabilidad y sensibilidad, porque no nos sentimos ajenos. Cuando hemos pasado por ciertas dificultades o circunstancias adversas, y vemos que alguien está pasando por lo mismo, sentimos empatía naturalmente. Nos sentimos identificados, acompañamos y entendemos el sentimiento que embarga a la persona. La empatía no es para pobretear, sino para empoderar.

No dejemos para mañana, la ayuda que podemos dar hoy. Hacer un “stop” en nuestra vorágine diaria, además de ayudarnos a nosotros mismos a estar más presentes, nos ayuda a percatarnos sobre qué está pasando a nuestro alrededor. Preguntarle a los demás cómo están, cómo van pasando la pandemia, puede significar la diferencia para alguien. Tan solo el sentir que alguien se interesa genuinamente por saber cómo estoy, nos hace sentir reconfortados. Porque aclaro, ayudar no pasa necesariamente por lo material, sino por el interés que demostremos hacia los demás, que es más valioso que cualquier otra cosa material. Todos tenemos distintas realidades derivadas de la pandemia en nuestros círculos familiares y de amistad: Sabemos que unos están pasando solos, otros acompañados, unos con trabajo y otros sin, unos enfermos y otros aliviados, y todos en general con un ánimo que varía de acuerdo al día, al ver lo mucho que la cuarentena se ha extendido. A algunos ya nos abruma la impaciencia y la incertidumbre por lo prolongación de esta película de ficción. Y si todos ahora tenemos un denominador común, que es el contexto actual del Covid-19, seamos empáticos con quienes realmente no la están pasando bien, porque no tienen por ejemplo sus necesidades básicas cubiertas: Techo y comida. Esa puede ser una acción concreta: Una llamada, un mercado, ropa para regalar si están pasando frío. Y recordemos que la empatía se contagia. Es una construcción cotidiana a la cual vale la pena apostar. “Panal de miel son las palabras amables, dulzura para el alma y medicina para el cuerpo“. (Proverbios 16:24)

Te dejo el link a mi anterior publicación sobre la empatía: https://medium.com/@Lilicitus/empat%C3%ADa-en-tiempos-de-individualismo-f54ff65edb24

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Bendiciones para ti!

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Written by Lilicitus

Me apasiona escribir sobre valores humanos y espiritualidad. A través de reflexiones y anécdotas, busco inspirar, aportar perspectivas y conectar con el corazón

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