La felicidad 💫

Lilicitus
4 min readJun 10, 2020

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La felicidad se expresa en la medida de luz que irradiamos. Encontrar alegría, motivación y gratitud en cada momento, experiencia, circunstancia, a través de las personas con quienes compartimos, porque en la interacción con el otro siempre estamos creciendo. La felicidad no es sentirnos en ventaja respecto de los demás, sino conformes, plenos y agradecidos con lo que tenemos. Es reparar y sanar nuestras heridas, es estar renovándonos constantemente para hacernos cada vez mejores. Es estar saludables de espíritu, lejos del egoísmo, la pelea, la confusión y el resentimiento. La felicidad es el resultado de la oración diaria, de la sabiduría que vamos adquiriendo día con día. Es dejar de cumplir las expectativas ajenas y pasar al cumplimiento de las nuestras. Es conectarnos, sentir, reflexionar. Ser feliz no es evadir el dolor, es aprender a aceptar que hace parte de la vida. La felicidad no es tener todo fríamente calculado o propiciarlo como queremos, sino dejar que todo fluya y sea como tenga que ser. Todos estamos fluctuando entre momentos lindos y difíciles, momentos de tranquilidad y de caos, y la felicidad al final del día, es una decisión que tomamos en medio de esa ambivalencia.

Saber qué nos hace bien y qué no. Identificar el tipo de personas y ambientes que nos hacen florecer, la comida que le hace bien a nuestro cuerpo, el ejercicio que nos brinda agrado y bienestar físico. Y lo que no nos haga bien, comencemos a sacarlo. Hagamos una desintoxicación consciente de todo aquello que no nos hace crecer, que nos estanca, que nos resta energía. Sería una necedad que sabiéndolo, permitamos que lo mismo nos siga haciendo mal. Somos valiosos y merecemos ser felices, no es un privilegio reservado solo para algunos. Cuidemos la información que consumimos en redes sociales e internet en general: Si nos da herramientas para ser mejores, súper bienvenido, pero si nos genera angustia y sensación de frustración evitémoslo lo máximo posible. Que guardemos y custodiemos nuestra energía y salud como lo más preciado, porque nada ni nadie merece que desperdiciemos semejantes tesoros.

Disfrutar lo sencillo y aceptar cada situación como se presenta. ¿Qué nos llena el alma? La sonrisa de un hijo, para los que somos padres, sería un ejemplo, y en general las manifestaciones espontáneas de cariño, la generosidad desprevenida, las risas incontenibles que afloran de un momento al otro sin una razón lógica y comprensible, el juego, la conexión especial que tenemos con nuestros seres queridos. Eso y muchas otras cosas más, que para cada uno tienen un valor diferente. El regalo de un amanecer, el contemplar la luna y las estrellas, el apreciar la belleza de una flor. Y así como disfrutamos de lo sencillo, también es clave afianzar la capacidad de aceptar con paz lo que viene a nuestra vida, nos guste o no. Recibirlo, aprender y dejarlo ir cuando sea el momento. Siempre con alegría y gratitud, porque todo tiene un propósito, incluso aquello que aveces consideramos que no merecemos y que es injusto. Todo es un maestro y viene a dejarnos una lección para nuestro crecimiento.

Pensar positivamente. Pensar siempre lo mejor y agradecer por todo lo que tenemos. A veces pensamos que la fórmula perfecta para mantenernos bien se limita a hacer ejercicio, comer y dormir bien, y nos olvidamos de nuestros pensamientos. De nada sirve cuidarnos externamente, sí en nuestra cabeza seguimos rumiando pensamientos negativos. Batallemos con esas afirmaciones que no nos empoderan, y saquémoslas de una vez por todas de nuestra cabeza. Somos lo que pensamos. A veces nuestra mentalidad nos limita y nos condiciona a seguir iguales. Mantenemos un diálogo mental constante, procuremos entonces que sea lo más nutritivo posible. Depuremos miedo, culpa, inseguridades. Convertimos en energía todo lo que pensamos. Decidamos entonces pensar lo bueno, para que se manifieste. Todo lo bueno se inicia con un pensamiento. Así que procuremos que nuestros pensamientos, diálogos e ideas sean siempre positivas, porque seguro atraerán cosas y personas maravillosas a nuestra vida.

Capacidad de perdonar y avanzar. La falta de perdón es una piedra enorme, que nos lastra y nos amarga. El perdón es un regalo que nos hacemos a nosotros mismos. Seguir sufriendo sería prolongar el pasarla mal, cuando podemos decidir que es definitivamente un punto final, no unos puntos suspensivos. Duele, pero no nos puede consumir la vida. Aunque otros nos hayan hecho daño la vida sigue. Tenemos que perdonarnos, ser más compasivos e indulgentes con nosotros mismos. A veces tenemos expectativas tan altas de nosotros, que si algo se sale del plan que teníamos, nos llenamos de culpa y nos hacemos daño, y heridos es más difícil continuar. El perdón nos aliviana el peso y nos otorga libertad para seguir el camino. No garantiza que lo próximo que venga sea sencillo, pero lo vamos a transitar más fortalecidos. Y por último, hagamos lo mejor que podamos siempre, de corazón, con responsabilidad y transparencia, y el universo se encargará del resto. “Ser feliz no significa que todo sea perfecto. Significa que has decidido ver más allá de las imperfecciones”

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Bendiciones para ti!

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Written by Lilicitus

Me apasiona escribir sobre valores humanos y espiritualidad. A través de reflexiones y anécdotas, busco inspirar, aportar perspectivas y conectar con el corazón

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