La fé obra milagros ✨

Lilicitus
3 min readOct 7, 2022

Preparar las condiciones para que ocurra el milagro. Nuestros pasos de fé, preparan la llegada del milagro. El milagro acontece cuando hacemos nuestra parte y nos visualizamos como si ya fuera una realidad lo que estamos esperando. “Así también la fé, si no tiene obras, está completamente muerta” (Santiago 2:17). A veces no es fácil dar pasos de fé. Hay pruebas que son más difíciles que otras, porque son más intensas o duran más. Por más que nos cueste decidamos dar pasos de fé. Un día a la vez. Sigamos caminando, sin detenernos. Dios nos va mostrando el camino y rearfirmando nuestros pasos. A pesar del cansancio, la duda y los calambres del espíritu, sigamos avanzando. A pesar del lodo y del fango, pongamos intención en cada paso y declaremos que sí podemos. Que nuestras acciones preparen las condiciones para que ocurra el milagro que tanto esperamos.

Somos aprendices de fé. Ninguna experiencia nos deja iguales. Cada experiencia de vida nos enseña algo diferente. Una de las grandes enseñanzas que la vida nos da, es lo necesaria e imprescindible que es la fé. Cuando confiamos y damos pasos de fé a pesar de nuestras dudas, acontecen los milagros en nuestra vida. Cuando nuestra fé es más grande que nuestros miedos e inseguridades, Dios se encarga de llevarnos un paso adelante. Aunque estemos cansados e incluso alejados de Él. La fé es esa llama interna que se puede mermar ante la prueba, pero que nunca se va a apagar. Humanamente podemos sentir nuestras fuerzas consumidas, pero la fé se encarga de restituir aquello vulnerado o roto en nuestro interior. La fé nos enseña que no hay imposibles si confiamos plenamente. El tema espinoso y doloroso está en cuando nos toca esperar y esa espera se torna larga. La paciencia se nos comienza a agotar. Y es ahí cuando tenemos que serenarnos, recargar nuestras fuerzas a través de la oración y recordar nuestras victorias del pasado. Si Dios nos ayudó antes, ¿por qué no lo haría ahora?

El milagro ocurre mientras caminamos. A medida que yo camino, Dios va estabilizando mis pasos. La realidad es que nunca van a haber condiciones ideales para cada paso que demos en nuestra vida. Sin embargo, más allá de que no todo se de como esperamos o nos gustaría, la vida necesita ser vivida. Entendiendo que el milagro es un proceso y que no es algo que ocurre de un momento para el otro, necesitamos poner de nuestra parte. Ayudar a que el milagro acontezca implica movimiento, que nos despabilemos. Si no hacemos nada y nos quedamos simplemente soñando o en el extremo del lamento, la situación no va a cambiar por sí sola. O acaso, ¿al actor (por más buen actor que sea), le llega el papel del personaje que tanto anhela, sin presentar castings? Es decir, tenemos que salir a la corrida de toros. Seguramente van a venir embestidas, pero son parte del proceso. ¿Qué hacemos? Nos sacudimos y continuamos. Seguro que llegará nuestro milagro.

Creer para ver milagros. Y aclaro que no es al contrario. No vemos para creer, sino creemos para poder ver. La fé es el horno en el que se cuecen los milagros. Si creemos podremos verlos manifestarse en nuestra vida. Viviendo con plena convicción y trabajando con determinación. No es tener una mera lista de deseos, sino tener un plan de trabajo para verlos hechos realidad. Ya sea adelgazar, recuperarnos de una enfermedad, llevar adelante un emprendimiento. Los milagros que cada uno desea son diferentes, lo que es un común denominador para todos es la fé que debemos tener en que se van a dar. Tomen el tiempo que tengan que tomar, van a ser una realidad. Así que lo más importante es que estemos convecinos de que va a suceder ese milagro que tanto esperamos, nos visualicemos ya disfrutándolo y le metamos el hombro a trabajarlo.

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Lilicitus

Me apasiona escribir sobre valores humanos, espiritualidad y actitudes positivas. Reflexiono, comparto anécdotas personales e intento aportar algo. Es mi legado