¿Qué es la paciencia? Es el arte de esperar sin desesperar. Es aprender a sobrellevar con serenidad circunstancias difíciles, sabiendo que pasarán. Es humildad para aceptar que no todo transcurre en los tiempos que nos gustaría, pero que ese tiempo de espera tiene un propósito mayor. La paciencia es la capacidad de esperar con fortaleza, manteniendo la calma y evitando la queja. Es aguante y tenacidad en silencio, tolerancia a la frustración. Es perseverancia para seguir esperando y alegría para seguir intentándolo. La paciencia es muestra de madurez, de crecimiento personal. Es una gran muestra de gestión emocional. Y entendamos que la paciencia no es pasividad, ni lentitud. La paciencia guarda más sabiduría de la que nos podamos imaginar. Es una virtud que demuestra mucha grandeza.
¿Quién de nosotros está dispuesto a afrontar con entusiasmo una gran espera sin fecha de resolución? Ahí yace la paciencia, esa noble espera que va edificando nuestro ser. Puede que por momentos nos inquiete e intranquilice, pero para quien tiene fé todo tiene sentido o se está en disposición de encontrarlo. Esperar es de las cosas más difíciles en la vida, porque nos cuestiona y nos pone a prueba. Por momentos nos desestabiliza y nos quiebra la esperanza. Nos desmoraliza, nos desmorona. Nos hace perder el entusiasmo y las ganas de seguir. Sin embargo, cuando nos hacemos aliados de la paciencia, comenzamos a ver en la paciencia un camino. No es una autopista, pero sí un camino más largo -que aunque nos llevará más tiempo recorrer-, sabemos que rendirá sus frutos. Así que vale la pena hacer la travesía!
La vida me ha mostrado que ganar no es necesariamente llegar primero. Todo lo bueno, requiere tiempo. ¿A quién le gusta esperar? A la mayoría no nos gusta, nos impacienta. Pero la vida nos muestra que esperar es parte de su dinámica. Gústenos o no, queramos o no, a veces nos toca esperar. Desde un cambio de trabajo, la relación de pareja que anhelamos, el cambio físico que deseamos, todo conlleva tiempo e implica paciencia. Nada es instantáneo, ni ocurre en un “chasquiar” de dedos. Vemos como tal vez a algunos les acontece todo lo que nos gustaría a nosotros de manera express y nos pica el bichito de la impaciencia. Lo que es importante entender, es que los tiempos de todos son diferentes. Hagamos nuestra parte y dejemos que al agua corra, sin obsesionarnos porque lo que deseamos tenga que ocurrir ahora. Muchas veces escuché a personas con mucha sabiduría decir: “Nada ocurre antes ni después, ocurre cuando tiene que pasar”. Y en el mientras tanto solo nos queda esperar y hacerlo con la mejor cara. Siempre la espera es una preparación para algo mucho mejor, no lo olvidemos.
“Más vale ser paciente que valiente;
más vale dominarse a sí mismo que conquistar ciudades”. (Proverbios 16:32)
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