Lecciones de vida COVID-19

Lilicitus
5 min readApr 29, 2020

--

¿Cómo nos ha ido en la convivencia es este tiempo? ¿Ha habido amor, respeto, armonía, colaboración? O por el contrario ¿distancia y conflicto? No permitamos que las cenizas de lo que no nos gusta de nosotros, revivan en estos días. Que lo bueno y lo positivo, predominen. No que sean el 100%, pero que pese más lo bueno. Lidiar con la convivencia no es sencillo, van aflorando actitudes de impaciencia e intolerancia, fruto del cansancio. Pero bueno, si lo que hay es cuarentena, hagamos un “hack” a lo predecible. Si nos cuesta ayudar a limpiar, si estamos excedidos de teletrabajo, si estamos agobiados por la incertidumbre, paremos 1 segundo. Respiremos. No tenemos que hacer todo perfecto, pero sí ser conscientes de cuál es el detonante de malas actitudes en nosotros. Intentemos hacer rutinas y ceñirnos a ellas, para que nuestro día no se convierta en una colcha de retazos de actividades inconclusas. Y pensemos que para quien vive con nosotros, tampoco es fácil. Si somos compasivos y empáticos, el día a día en cuarentena se tornará mejor. O por lo menos, será más llevadero.

La gracia de Dios es un abrazo. A pesar de no poder abrazarnos físicamente, nos hemos acercado más los unos con los otros, o por lo menos hemos intentado o considerado hacerlo. No significa que haya sido o sea una tarea fácil de llevar acabo. Pero conscientes de la necesidad de estar en paz y armonía, nos animamos a reconectar con quienes hemos establecido distancia por alguna ofensa o mal momento que nos ha hecho pasar. Pensando en nuestro bienestar emocional, en nuestra necesidad de restaurar relaciones erosionadas, buscamos ese abrazo de perdón y restitución. El mundo de la ofensa es muy complejo. Todavía más complejo el daño que causa en nosotros y aún más el dejarlo añejar con el tiempo. Puede que nosotros hayamos sido los de la falla, que intencional o no, afectó a alguien más. Demos una señal de acercamiento y buena voluntad. Puede que se abra la puerta. Solo lo sabremos intentándolo. Dejemos de recalcar errores y ofensas, hagamos el inventario de lo lindo que hemos compartido con las personas, porque seguro no todo ha sido malo. Celebremos reencuentros y mostremos grandeza. Si tal vez tenemos conflictos sin resolver, preguntémonos ¿estamos dispuestos a hacer las pases? Comencemos por casa. Si tal vez hay alguna relación entre padres e hijos, o entre hermanos tensa, procuremos hablarlo. Abramos nuestro corazón y tengamos siempre muy presente, que la familia es un don de Dios. A la familia no la elegimos, pero si tenemos la opción de transformarla para bien. Recordemos que el abrazo más confrontador es aquel que le damos a la persona que nos ha herido y que sabemos que no nos va a pedir perdón, y sin embargo, decidimos con profunda valentía perdonarlo. Es un abrazo de misericordia, porque se da aunque no se merezca. Demos ese paso liberador. Seguro nos hará muy bien.

Hemos aprendido a valorar a quien hace las tareas del hogar. El ser ama de casa ha sido históricamente un oficio poco apreciado y hasta denigrado. Y ahora por el encierro obligado, nos muestra en su máximo esplendor todo lo que implica llevarlo a cabo, e indiscutiblemente no es tarea fácil. Un oficio que muchas veces pasa desapercibido y es poco agradecido. Un sinnúmero de tareas de nunca acabar, que suelen no ser reconocidas y que son el eje del funcionamiento de la empresa llamada hogar. Un rol castigado por la sociedad, porque “no estás generando ingresos” y culturalmente se suele reconocer solo al que trae el dinero, al que se desempeña “profesionalmente” afuera, pero no al que se queda en la gerencia de la casa. Por mucho tiempo este trabajo ha sido relegado y dejado en segundo plano. Y ahora que nos corresponde el turno de ponernos al frente diariamente de tareas como lavar, limpiar, cocinar, entre muchísimas otras, entendemos en real magnitud que es una tarea titánica. Entendiendo también que no es un oficio el de ama de casa, sino una profesión a carta cabal: De las más dispendiosas, largas e ingratas. Y si de reconocimientos meritorios se trata, ni qué decir de las mujeres que además del trabajo de amas de casa, lo compaginan con otros trabajos, cuidan de hijos pequeños… ¡Definitivamente hay que quitarse el sombrero! ¿Cómo hacen? ¿De dónde sacan energía? Es sin titubeo alguno ADMIRABLE su labor.

Lo mejor ha sido nuestra capacidad para generar humor alrededor de lo que pasa. Me causa mucha gracia ver los memes alusivos al tema. Y no lo veo como humor negro quiero aclarar, sino como una sana vávula de escape. Valoro muchísimo que la creatividad y la chispa no se apaguen en estos tiempos de cuarentena, sino que nos ayuden a reír a pesar de los momentos difíciles. Con los chistes, memes y caricaturas me relajo, me distensiono y logro olvidarme por un momento de todo esto que está pasando. Agradezco esos instantes en los que veo reducida a una risa incontenible el momento. Siento que la alegría me invade y eso me encanta, me refresca y me recuerda que a veces las cosas no son tan terribles como parecen. Me hacen pensar que que todo esto pasará, y que hay que tomársela con responsabilidad, pero también con buen humor. Si somos capaces de reírnos en momentos así, seremos capaces de sobrevivir.

¿El Coronavirus es lo único importante? ¿Dónde está la perspectiva? El Covid-19 no es ni será el único problema que agobie a la humanidad. Vemos ahora un pánico generalizado y alimentado por las noticias que vemos y escuchamos, por las medidas de restricción de movilidad tomadas por los gobiernos, por la recesión económica progresiva y la incertidumbre galopante. Vemos en nuestra cotidianidad como nos vamos aislando por mandato de las autoridades y cómo experimentamos esa tensión al ir al supermercado o al cruzarnos con algún vecino, porque nos estresa exponernos a un posible contagio. A mí en particular me tensiona estar en la dinámica de “esquivar” gente cuando he tenido que salir, además de la limpieza extrema que hay que hacer -casi milimétrica- y la angustia de estar olvidando algo que requiera ser desinfectado. Dejar de sonreír y hacer contacto visual por la atmósfera de tensión que se respira, me cuesta un montón. Además del vernos usando tapabocas: Eso sí que parece sacado de una película, y verlo en los niños y adultos mayores ni qué decir, es una escena realmente muy triste e impactante de presenciar. Entiendo las medidas de contingencia y prevención, pero están generando otros efectos colaterales no menores. Ojalá todo pase pronto y ésta sea una historia más para contar.

“El Dios eterno es tu refugio y sus brazos eternos te sostienen” (Deuteronomio 33:27)

Muchas gracias por leer este post! Si te gustó o sientes que te sirvió para reflexionar, déjame un clap👏🏼 Y te invito a que me sigas por aquí o por Instagram en @lilicitus_blog, para que te enteres de las próximas publicaciones. Hasta la próxima!

Bendiciones para ti!

--

--

Lilicitus
Lilicitus

Written by Lilicitus

Me apasiona escribir sobre valores humanos y espiritualidad. A través de reflexiones y anécdotas, busco inspirar, aportar perspectivas y conectar con el corazón

No responses yet