Tener la fórmula perfecta para vivir cada día es imposible, cada día es diferente e impredecible. Hay muchas variables las que participan y la mayoría están fuera de nuestro control. Lo que sí está bajo nuestro control y dominio es la forma como nos tomamos las situaciones, como las procesamos y la actitud que asumimos frente a ellas. Cada uno hace lo que puede desde su conocimiento e historia de vida, pero también desde el deseo que tenemos todos de llevar una vida lo más tranquila, armónica y feliz posible. Ese deseo lo traducimos en consignas como la de mi mamá: “Que nada ni nadie afecte la paz de mi alma”, al asumir el reto de vivir y conquistar cada día. No podemos controlar por ejemplo si nos encontramos en nuestra cotidianidad con personas “no chéveres”-dícese de personas no gentiles, mala onda, complicadas-, pero sí no dejándonos afectar por ellas, ni entrando en su mismo tono emocional, porque sino “perdimos el año” como decimos en Colombia.
Hace unos años quería compartir unos días en familia y viajé a Colombia. Hice toda la logística previa de compra de pasajes y me acomodé para contar con los días disponibles. Llegué a Bogotá y me dió la mega gripa con fiebre y escalofríos incluidos -un tipo de gripa que no suele darme-. Viajamos con mi familia cerca a Bogotá y por alguna razón que todavía no entiendo, no nos permitieron el ingreso al alojamiento que había reservado por Airbnb, sumado a eso al regreso nos varamos en carretera… en fin todo nos pasó en combo. Cómo no salirse de las casillas y mantener el buen ánimo? Mi estrategia fue priorizar lo importante: Estaba teniendo la posibilidad de compartir con mi familia. Independientemente de las demás cosas que surgieron y que no podía cambiar. Mi elección fue mantenerme tranquila y disfrutar lo que me tocaba en ese momento y pensar: Después me reiré de esto :)
Lo más valioso es el resguardo de nuestra energía. Es algo tan sagrado, que ninguna situación o persona difícil, vale que la desperdiciemos y mal invirtamos junto con nuestro tiempo -algo igualmente valioso-. Muchas pueden ser nuestras excusas y justificaciones para dejarnos afectar cuando las cosas no van bien: Que la corrupción de los políticos de turno, que la economía complicada, que la falta de oportunidades, que el clima, que el trancón, etc. Si bien son cosas que hacen parte de nuestra realidad -y que no vamos a negar-, no hay que alimentarlas con la queja y convertirlas en tema constate de pensamiento y conversación. Por el contrario, tener una lista de bolsillo con las bendiciones que tenemos en nuestra vida, para leerlas cuando nos sobrevenga el desánimo y la falta de esperanza, es un gran recurso para no desviarnos de lo realmente importante: Agradecer lo que tenemos, para desde ese gozo y confianza atraer más personas y cosas lindas a nuestra vida.
Procurar mantener buen ánimo siempre, es un ejercicio desafiante y que vale la pena llevar adelante, porque se traduce en salud física y mental, en lenguaje positivo al hablar, en actitud de alegría y entusiasmo, en simplicidad. Ya no nos vamos a enmarañar en “teorías conspirativas” por cada cosa negativa que nos pasa, sino que vamos a pasar la hoja rápido y a continuar. No nos vamos a enfrascar, ni a enroscar en temas sin fin, que no necesariamente merecen un análisis exhaustivo de nuestra parte. Por el contrario, vamos a gozarnos el día a día, con lo que traiga. Al final todo es aprendizaje y el aprendizaje crecimiento. Si bien hay situaciones que drenan nuestra energía, y más cuando tienden a ser prolongadas (enfermedad, falta de dinero, relaciones tóxicas, ambientes laborales pesados), hay que siempre tener presente que todo pasa, nada es eterno.
Es clave mantener hábitos. Si se abre un espacio a lo que sabemos afecta nuestro ánimo, por ahí podemos reincidir. La estrategia es evitar aquello que nos hace mal: Música melancólica, estar en contacto con gente que todo el tiempo se queja, estar viendo noticias -que todo el tiempo venden desesperanza y crisis-. La mente es nuestro centro de operaciones, y por ahí pasa lo que después se va a convertir en nuestra realidad. Por eso hay que alimentar la mente de pensamientos positivos, de afirmaciones de amor, luz y progreso, y por supuesto alimentar el corazón y el espíritu de fé. Vestirse alegre, reírse, consumir contenido digital positivo y de valor. Comer sano, rico y variado, porque la dieta también influye muchísimo.
Intentar tener un buen ánimo, no es tener una risa fingida ni tampoco aparentar una alegría que no se siente, pero sí codificarnos/mentalizarnos/ programarnos -como cada uno lo quiera llamar-, para no permitir que las situaciones alrededor nuestro, el estado de ánimo de otras personas, el cielo nublado y un día lluvioso por ejemplo, afecten nuestro ánimo. No es pretender vivir una burbuja donde no pasa nada, pero sí salvaguardar lo mejor posible nuestra energía, que reitero es valiosísima, no se imaginan cuánto. La forma por excelencia de estar bien es agradecer, así que demos gracias por lo que consideremos bendiciones en nuestra vida. También otra muy buena estrategia es visualizar nuestros sueños, para llenarnos de ánimo y proseguir el camino hacia ellos, entendiendo que todo lo que pasa es circunstancial. No es que “seamos de malas”, simplemente hay días buenos y otros no tanto, y hay que aceptar con paz eso. Como todos en la vida, a veces tenemos rachas buenas y otras no tanto, pero no es el fin del mundo.
Y por último: Darle la importancia a lo importante. Aunque suene redundante, muchas veces le dedicamos tiempo a lo no importante y a lo realmente trascendental, no. Enfoquémonos en relaciones de valor, en empleos y proyectos que nos hagan crecer, en cultivar nuestro bienestar físico, mental y emocional, y por supuesto espiritual -con espiritual, no estoy hablando de religión, aclaro-. Mi papá en vida decía que había que “dejar lo insignificante en favor de lo esencial”, y cada vez ratifico más su frase de pila. A veces se nos va la vida, en cosas, personas y actividades que no valen la pena. Es muy útil para conseguir claridad mental y emocional pensar en qué nos moviliza, qué nos llena el alma y el cuerpo de ganas y ánimo. Y ya sabiendo qué, se nos irá dibujando el cómo y siempre con la energía y el ánimo “a tope” como dicen mis amigas españolas :)
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