El significado del término meditación o bhavana significa “cultivo de la mente”. La práctica de la meditación es una herramienta maravillosa y muy poderosa para ayudarnos en nuestra gestión psicológica, emocional y espiritual; es un encuentro con nosotros y nuestros desafíos personales. El meditar nos ayuda a encontrar calma, a escuchar nuestra voz interior y a recargar energía. A través de la meditación aprendemos a tomar conciencia de nosotros y a reeditar aquello que queremos cambiar, a renovarnos. Todos tenemos la necesidad de estar depurando nuestra mente, para dejar solo aquello bueno para que eche raíces y nos permita llevar una vida sana y positiva, una vida cada vez mejor. Todos en nuestro día a día, enfrentamos retos de todo tipo. Cada pensamiento, sentimiento, experiencia la percibimos y la codificamos, de acuerdo a nuestra historia de vida y estado de ánimo que tengamos en el momento. Solemos asumir unas veces el rol de víctimas, y otras veces el rol de protagonistas en lo que nos pasa. El meditar u orar -como cada quien le quiera llamar-, nos empodera y nos da las herramientas necesarias para sanar, reaprender y hacer los ajustes necesarios para crecer.
La meditación es el tiempo que dedicamos en silencio a pensar y a reflexionar sobre aquello que acontece en nuestra vida. Es un momento en el que agradecemos por todas las bendiciones que recibimos, pedimos sabiduría y llenamos nuestra alma de luz y esperanza renovada. La meditación nos ayuda a acrecentar nuestra fé y a vibrar en modo de alegría, serenidad y generosidad; nos ayuda a ver desde otra óptica las cosas, especialmente aquellas que a veces nos intranquilizan, para abordarlas desde una perspectiva de real objetividad y restarles ese poder desestabilizador que a veces les damos. La meditación nos ayuda a que cuando tenemos un conflicto, no se lo demos al ego, sino al alma para que lo resuelva. Nos ayuda por ejemplo, a aprender a lidiar con paz con la frustración, a sanar si nos sentimos defraudados, a llenarnos de valor para tener esas conversaciones incómodas, pero necesarias, y en general, a gestionar nuestros sentimientos. Esto nos ayuda a encontrar herramientas para resolver los problemas y a liberarnos de la preocupación y angustia que nos generan.
La meditación nos ayuda a ser amorosos y compasivos, y a hacerlo primero con nosotros mismos. Nos ayuda a conocernos a profundidad y a generar las estrategias que necesitamos para no seguir repitiendo aquello que no nos hace bien, y fortalecer aquello que sí. La meditación no es reprimir, sino expresar nuestros sentimientos desde un lugar de calma y dominio propio, conscientes de que podemos hacerlo. Meditar nos conecta con nuestra grandeza, con nuestro ser divino. Es esa conexión que fortalece nuestra magia y valentía para saber que hemos logrado recorrer un tremendo camino, y que lo mejor está por venir. Yo en mi meditación diaria doy gracias por lo que Dios me provee en su generosidad, pido revelación y dirección en mis proyectos, y pido también tener la capacidad de no darle importancia a aquello que no lo merece, de perdonar rápido y de corazón, muy consciente de que no debo juzgar, sino focalizar mis esfuerzos en avanzar. Pido la capacidad de estar presente en mi aquí y ahora, y de valorarlo y sacarle el máximo provecho. Realmente considero que meditar es una herramienta poderosa!
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