Una navidad diferente. Esta navidad en medio de una segunda ola de la pandemia tiene una connotación y un significado aún más especial. Cuando pensábamos que ya todo terminaba, estamos nuevamente frente a la prueba que ya creíamos superada. Seguimos lidiando con ese peso emocional de vernos potencialmente expuestos a contagiarnos. Y nos vemos sacando fuerzas y ánimo de donde no tenemos para seguir. Sin embargo, en medio del panorama, renace nuestra esperanza: Encontramos en lo sencillo que la vida nos regala motivos para continuar. Después de tantos meses de encierro e incertidumbre, la Navidad llega para ser un oasis para todos.
Agradecer a pesar de. Cada uno ha pasado por distintas circunstancias durante este año. Experiencias buenas y malas, que nos han hecho crecer y valorar más lo que tenemos. Hemos aprendido a agradecer lo afortunados que somos, aunque a veces no lo veamos. Agradecer nos permite multiplicar lo bueno. Mide nuestra humildad y nuestra capacidad de aceptar la vida como venga. Somos bendecidos de estar vivos y con salud, de estar “contando el cuento” como se dice coloquialmente. Eso es el mayor regalo que podemos recibir. Pueden haber expectativas no cumplidas, pero eso no significa que no vayamos a tener nuestro momento para alcanzarlas. Sepamos esperar y valorar lo que tenemos hoy, aquí y ahora. Agradecer siempre nos traerá gozo y abundancia.
Jesús nace y nos ayuda a renovar una vez más nuestra esperanza. Un año indiscutiblemente difícil para todos, lleno de grandes desafíos. Cambios de magnitud global, que han afectado definitivamente nuestro estilo de vida. El mundo ya no es el mismo. Y como consecuencia de toda esta revolución, nuestra fé ha titubeado. Sin embargo, Dios en su infinito amor y generosidad, se nos presenta nuevamente a través del regalo más grande: Su hijo. El nacimiento de Jesús nos recuerda que no caminamos solos y que todo estará bien. Nos llena de esperanza, fé y alegría. Es un bálsamo en éstos tiempos inciertos y cambiantes. La llegada de Jesús nos proporciona paz, alivio y confianza en que vendrán tiempos mejores.
Que el espíritu de la navidad nos llene de bondad, paz, empatía, amor. No a los malos tratos, ni a ningún tipo de violencia. Cuidémonos, cuidemos a los otros y pasemos esta pandémica temporada ayudando a quienes no la están pasando bien: Con un mensaje, una llamada, algo material. Que el mejor regalo sea apreciar lo que tenemos hoy, perdonar y perdonarnos, ser solidarios. Y no posponer la decisión más importante: Ser felices. Más allá del miedo, la angustia y la inseguridad del momento, que decidamos confiar en que todo está y estará bien. “Sufrimos demasiado con lo poco que nos falta y gozamos muy poco con lo mucho que tenemos” (Gonzalo Gallo). Regalemos y regalémonos alegría, que sea una onda expansiva.
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