¿Por qué el mundo nos pide hacer las cosas bien hoy más que nunca? 🩷
Cada uno está en su mundo. Y eso no nos permite conectarnos. Estamos ajenos a lo que le pasa al otro, porque estamos sumergidos en nosotros. Estamos en una competencia absurda por ser supuestamente mejores, y en esa carrera nos estamos perdiendo a nosotros mismos. Si bien cada uno tiene una realidad y unos intereses particulares, eso no significa que no pensemos en los demás. Que decidamos ver más allá de nosotros. Que no nos vinculemos ni empaticemos con el otro. Como seres espirituales viviendo una experiencia humana, tenemos un llamado a conectar, a amar y a servir. Somos todos parte de un mismo tejido, aunque creamos ser solo un retazo aislado. El mundo nos necesita, nuestra contribución si hace la diferencia. Comencemos por darnos cuenta que nuestros actos de bondad rescatan la esperanza perdida de los demás.
Hacer bien las cosas implica pensar también en los demás, no solo en nuestras propias metas y ambiciones personales. Parte de nuestro crecimiento consiste en cambiar nuestra percepción para vernos reflejados en los demás, reconociéndonos como parte de una unidad más grande. Vivimos en comunidad, y nuestras acciones deben trascender la satisfacción individual para contribuir al bienestar colectivo. Esto significa considerar las necesidades de quienes nos rodean: Escuchar con atención, ofrecer palabras de aliento, o visitar a alguien que atraviesa un mal momento. Desde una perspectiva de salud mental, actuar con solidaridad y empatía puede brindarnos un sentido más profundo de propósito y una satisfacción duradera. Recordemos que incluso nuestras decisiones más pequeñas pueden tener un gran impacto en la vida de los demás. Por eso, actuemos siempre desde el amor y la generosidad, sabiendo que al cuidar a otros también nutrimos nuestra propia humanidad.
La búsqueda de un propósito más profundo. En un mundo que está revalorizando el propósito y la búsqueda de significado, las personas ya no solo están en búsqueda de éxito material, sino también de sentirse alineadas con causas más grandes que ellas mismas. Por lo cual hacer las cosas bien se vincula con un sentido más profundo de propósito y contribución al bien común. Al final la mejor forma de prodigar bien a los demás, es estar desarrollando nuestra versión más elevada. ¿Cómo brindar a los otros lo mejor de mí, sin estarlo trabajando? Cuando estamos siguiendo nuestro llamado, viviendo nuestra pasión, logramos conectar más y mejor con los demás y tener un nivel de empatía diferente. Nuestra luz está encendida y eso hace que deseemos que los demás también enciendan la suya.
Elevar nuestra vibración. Implica adoptar prácticas que nutran nuestro ser interior y eleven nuestra energía. Esto puede lograrse a través de la oración sincera, la gratitud consciente y la empatía genuina. Abrazar el perdón, la solidaridad y la compasión permite liberar cargas y cultivar una conexión más profunda con los demás. Dejar atrás la queja, la crítica y el juicio nos libera de energías pesadas, mientras que reconocer y agradecer las bendiciones en nuestra vida nos llena de luz y optimismo. Recargar nuestro espíritu con esperanza es esencial, y técnicas como la meditación nos ayudan a encontrar paz interior. Pequeños actos de bondad, perdonar desde el corazón y liberarse de resentimientos sanan nuestra alma. Conectar con la naturaleza, mantenernos activos físicamente y nutrirnos con alimentos saludables revitalizan nuestro cuerpo. Elegir contenido que inspire, y no el que siembra miedo o ansiedad, es fundamental. Además, disfrutar de los momentos de alegría, reír con libertad y escuchar música que regocije nuestro corazón son hábitos que nos llenan de entusiasmo y nos alinean con una más alta vibración.
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