¿Por qué juzgamos a los demás? ‍⚖️

Lilicitus
3 min readMay 14, 2021

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Juzgamos por una necesidad de sentirnos mejores. Mirar hacia fuera es más fácil y cómodo que mirar hacia dentro. Cuando juzgamos nos sentimos en una posición de ventaja, como si tuviéramos resuelto eso que señalamos en los demás. Señalar como bueno ó malo, descalificar un comportamiento o actitud de alguien más, solo habla de ese impulso natural que a veces es tan difícil de controlar: El juicio. Muchas veces no tenemos ni una pizca de información acerca de la vida de una persona, pero nos apresuramos a dar un juicio acerca de ella: Por la impresión que nos da, por su apariencia, por su forma de expresarse. Esa voz del juicio que suena constantemente en nuestra cabeza, es una voz que tenemos que dominar, porque al final la raíz de todo juicio que hacemos proviene de solo un lugar: Nuestro ego. Busquemos siempre lo positivo y no tratemos de cambiar a las personas, gestionémonos a nosotros mismos, y en vez de juzgar, estemos dispuestos a escuchar y a aprender.

Crear un mundo amoroso y tolerante comienza con nosotros. El mundo no es a veces como querríamos o nos gustaría, pero eso no nos posibilita o da derecho a enjuiciar. Qué desafío, qué proeza representa muchas veces dominar nuestra predisposición al juicio. Juzgar nos separa, nos divide. Naturalmente todos pensamos diferente, pero la diferencia no justifica el juicio. ¿Quiénes somos nosotros para señalar a los demás? Cómo diría Jesús: “El que esté libre de pecado, que lance la primera piedra” (Juan 8:7). Si nos animáramos a ser más compasivos con nuestro prójimo, descubriríamos seguramente que no le ha tocado un camino fácil y que tal vez tiene una caparazón de soberbia o mal humor, escondiendo su temor a sentirse vulnerado. Esto por mencionar un ejemplo cualquiera. No somos dueños de la verdad. A cada uno nos han educado de forma diferente, tenemos visiones distintas y experiencias de vida únicas.

Si le tocó fácil o difícil, si se lo merece o no, ese no debería ser un tema de conversación ni mucho menos de preocupación para nosotros. Cada uno escribe su historia y es responsable de sus decisiones, y no nos corresponde andar en la “opinadera” de la vida ajena. Además de desgastante, juzgar termina siendo un acto egoísta e ignorante, carente de toda empatía, que devela nuestras más profundas carencias y especialmente nuestra necesidad de sentirnos mejores. Que algo no encaje con nuestra visión de vida, no significa que no sea válido o que esté mal. Es muy fácil prejuzgar cuando desconocemos la historia personal de alguien, sus creencias, sus antecedentes familiares, sus experiencias pasadas, etc. No estamos en los zapatos de los demás, así que no tenemos derecho alguno de señalar con dedo inquisidor su comportamiento. No juzgar no significa justificar, por el contrario, es una forma amorosa, respetuosa y compasiva de observar la realidad del otro, sin meternos a opinar y mucho menos a juzgar.

En vez de estar refunfuñando, ocupémonos de nuestra propia vida. Hay muchas cosas que mejorar en los demás, sí, pero un millón más en nosotros. No nos permitamos más el argumento de que todo lo malo está fuera (el vecino, el gobierno, etc), empecemos por nosotros mismos. Evaluémonos. Nuestro cambio puede parecer una gota en un océano, pero el océano sería diferente si nos animamos a cambiar. No nos quedemos repitiendo la misma queja e insatisfacción de siempre, hagamos lo que está a nuestro alcance: Mirar con respeto y compasión la vida del otro, y vivir nuestra propia vida. Acaso, ¿cambia en algo que a mi no me parezca el estilo de vida de alguien, que me irrite su personalidad, que considere que tiene más de lo que según yo merecería? Una cosa es que yo tenga una opinión de alguien y otra diferente entrar a juzgarla. Esas personas o situaciones que nos incomodan, son al final espejos para nosotros (gústenos o no). Son maestros que vienen a poner sobre la mesa temas internos no resueltos, tal vez algún rezago de envidia, falta de valentía, etc. Así que mejor, dejemos de meter la cucharada.

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Bendiciones para ti!

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Written by Lilicitus

Me apasiona escribir sobre valores humanos y espiritualidad. A través de reflexiones y anécdotas, busco inspirar, aportar perspectivas y conectar con el corazón

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