Qué haría el amor en mi lugar? Poco después de que falleció mi papá, nos avisaron que a una de las perritas que habíamos regalado de una camada que había tenido una de nuestras perras, la había atropellado un auto y que no tenían forma de mantenerla en esas condiciones. En ese momento me pregunté: ¿Qué haría mi papá en nuestro lugar? Él que era todo amor con los animales, hubiera dicho que sí se encargaba inmediatamente sin dudarlo. Cuidar a Luli fue bastante exigente y agotador, porque había perdido la sensibilidad de las patas y no podía caminar. Mis días de universidad transcurrían entre clases, y curaciones y vendajes, cambios de pañal, limpiar accidentes de pis y popó por falta de control de esfínteres. Sin embargo, internamente sabía que habíamos tomado la mejor decisión. Hubiese sido fácil, cómodo e incluso mucho más económico haber dicho que no podíamos, pero el amor nos llevó a decir que sí nos encargaríamos de ella. Fue un trajín intenso, pero su carita después de cada curación, de ponerle medias beisboleras y darle un beso en la cabeza, lo valía todo.
¿Quiero que esta sea solo una Navidad más? El sentido es que esta Navidad no sea una fecha más, que algo a nivel hondo cambie y nos permita ver con ojos renovados la vida que elegimos encarnar. Un sentir consciente que nos haga romper con la inercia de lo habitual y encontrar un sentido más profundo, más allá de nosotros. Si esta Navidad nos encuentra haciendo lo mejor que podemos con lo que tenemos, estamos encarnando el verdadero espíritu navideño. Reflexionemos, replanteémonos creencias o patrones que ya no resuenen con nosotros. Más allá de lo material, los regalos y las mesas llenas, el verdadero tesoro es sin duda la salud y la paz que podamos experimentar. Esa paz que se manifiesta en gratitud sincera, en el disfrute pleno de lo que tenemos hoy, y en una confianza serena en lo que el futuro nos tiene preparado.
Nuestra conquista interior: El mejor regalo de todos. Nuestro crecimiento espiritual, nuestra madurez emocional y una mirada más serena y confiada hacia la vida son los mayores regalos que podemos ofrecernos y ofrendar a los demás. Al dedicarnos a pulir y tallar nuestra esencia de manera consciente, nos convertimos en los verdaderos protagonistas de nuestra historia. Nos convertimos en una versión más elevada de nosotros mismos. Que la alegría genuina, la ternura y el deleite en lo sencillo nos haga ver el verdadero sentido del nacimiento de Jesús: La libertad de ser quienes somos y del valor único que tenemos ante sus ojos. Decidir ser y hacer lo mejor para un bien mayor, nos hace recobrar el mayor sentido de todos: Servir a los demás.
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