Apreciar y sentirse afortunado. Ver la vida a través de los lentes de la gratitud es una de las maneras más efectivas de sentirnos plenos, de sentirnos felices por lo que somos y tenemos, por todas las posibilidades que la vida nos brinda. Sabernos y reconocernos bendecidos por el simple pero grandioso hecho de respirar, de ver, de poder caminar. De vernos desde una perspectiva de abundancia y no de carencia. Tener la capacidad de hacer foco en lo que sí tenemos y dejar de amargarnos por lo que no. Entender que cada momento es una oportunidad única, que no necesitamos nada más de lo que tenemos para ser felices. Cultivar la capacidad de valorar las cosas sencillas de la vida, como el jugo rico que nos tomamos por la mañana, o escuchar esa canción linda que nos sube el ánimo. Y al final la vida es eso, un sinnúmero de pequeños detalles que la conforman y que la hacen más bella, y que cuando los aprendemos a apreciar y agradecemos por ellos, todo se hace aún más hermoso y mágico.
Hacer un inventario de bendiciones. A veces sufrimos de amnesia y se nos olvidan las cosas lindas que nos han pasado, las buenas personas que hemos conocido, los logros que hemos obtenido. Una herramienta súper útil para no olvidar y refrescar la memoria, es listar todas las bendiciones que hemos recibido: Un viaje, un problema resuelto, provisión económica que hayamos recibido, una persona especial que hayamos conocido, la sanidad de una enfermedad, etc. La lista es única para cada persona y varía en extensión. Hacer ese inventario nos permite valorar cuán afortunados somos, recordar las experiencias gratas y especialmente agradecer por ellas. Si en el pasado hemos logrado superar situaciones de preocupación, cumplir sueños y lograr cosas que tal vez ni hubiéramos imaginado, ¿por qué ahora sería diferente? Al ser agradecidos confiamos, esperamos siempre lo mejor. No perfección, pero si capacidad de adaptación frente a lo que se presente. Mirar hacia atrás también es bueno, si es para recordar que han sido muchas las bendiciones recibidas a través de nuestra vida.
El que agradece, multiplica. Si tenemos la habilidad de ver lo bueno en cada situación y agradecerlo, vamos a llevar una vida más feliz y tranquila. Si somos agradecidos, más cosas lindas atraeremos a nuestra vida. Ser agradecidos nos sintoniza en un modo en el que reconocemos lo bueno y aprendemos a dejar en un segundo plano lo malo. La gratitud atrae abundancia, multiplica lo bueno. Agradecer por adelantado, precipita que lo que necesitamos o deseamos se nos de. La gratitud hace parte de la energía que mueve el poder de la visualización. Esa manifestación de salud y felicidad, se da cuando nos visualizamos sanos y felices, y nace de darlo como un hecho. Si lo concebimos en nuestra mente como una realidad, se manifestará. Y parte de esa manifestación se da por la intensidad de nuestra fé y por la capacidad de agradecer por adelantado lo que queremos.
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