Ser luz es el mejor regalo que nos podemos hacer y el mejor que podemos brindarle a los demás. Qué sería ser luz en términos prácticos? Ser amoroso, agradecido, generoso, amable, respetuoso, compasivo, justo, solidario, agradable, positivo. Ser luz es un gran y hermoso reto diario, un ejercicio permanente. Cuando decidimos no tirarle más corriente a los temas y cerrar los ciclos, permitimos que la luz y la claridad entren. La luz es renovación y nuevos inicios, nos permite pasar la hoja y ver otras posibilidades, que antes ni se nos hubieran ocurrido.
Años atrás en un trabajo como auditora, tuve que auditar el área de recursos humanos de la compañía. En el informe que presenté a la gerencia general había “no conformidades mayores y menores” -como se le llama en términos de auditoría-. Durante mi rendición de informe estaba presente también la gerente de RRHH. Fui, como lo implica ser auditor, lo más objetiva e imparcial posible indicando las no conformidades y oportunidades de mejora que había evidenciado. Desde entonces, cualquier cosa que necesitaba como empleada de la empresa del área de recursos humanos, no se podía, me lo demoraban. Había un auxilio educativo para hacer especializaciones y oh sorpresa, casualmente cuando yo apliqué para solicitarlo, ya se había acabado el presupuesto. Evidentemente era la forma que tenían de pasarme factura por los llamados de atención que había implicado mi auditoría. Sin embargo, traté de continuar siendo amable y cordial, de “ser luz”, a pesar de que por hacer mi trabajo, me había ganado la mala voluntad de las personas del área y que dilataran mis solicitudes.
Ser luz es salud y bienestar. Poner luz a circular en nosotros ayuda a la mente y al espíritu a refrescarse, y a ver y a atraer lo positivo siempre. No vamos a dar más cabida a las quejas e inconformidades en nuestros pensamientos y afirmaciones diarias. Nuestra tendencia a ver lo que nos falta o no nos gusta, va a cambiar a un modo permanente de valorar y agradecer lo que tenemos aquí y ahora. Ser luz nos ayuda a experimentar alegría de vivir, a aumentar nuestra capacidad de gozar y reír a pesar de las adversidades, a expresarnos de forma asertiva y con esperanza respecto de lo que tenemos y somos, y también respecto de lo que vendrá. Ser luz nos lleva a irradiar más luz, a generar los cambios que queremos a través del movimiento; nos motiva a sonreír, bailar, cantar, por el simple hecho de existir. Nos ayuda a experimentar gratitud y confianza, porque tenemos la certeza interna que siempre se dará lo mejor para nosotros en el momento justo y perfecto.
La luz ilumina, da brillo, es atracción y alimenta nuestro deseo de crecer y ser mejores. Nos ayuda a generar nuevas ideas, a sintonizarnos con nuestra mejor versión en una vibración de amor, ganas de hacer cosas, de conocer gente nueva y de arriesgarnos a tener nuevas experiencias. La luz nos imprime dinamismo, diligencia para hacer lo que nos proponemos e ímpetu para continuar. Nos conecta con personas que vibran en nuestra misma onda y también con aquellos que no, para brindarles luz y amor. La luz tiene el efecto de develar nuestra faceta generosa, solidaria y sensible, nos lleva a ponernos en el lugar del otro y a brindarnos desde la sinceridad de nuestro corazón.
La luz es grandeza, nobleza e inteligencia emocional. Reprogramarnos en modo “luz encendida” nos ayuda a ver todo desde una perspectiva positiva. Se nos abren nuevos caminos para explorar. Ya no nos movemos desde la carencia y el temor, sino desde la confianza y el amor. Amar, agradecer, perdonar, confiar y entregar con paz las cosas para que fluyan, comenzarán a hacer parte de nuestra filosofía de vida y nos harán el camino más tranquilo, y aumentará nuestra capacidad de disfrute. La luz enfoca nuestro papel de protagonistas en el hoy, en el aquí y ahora. No se mortifica por lo que pasó, sino se fortalece por el aprendizaje que adquirió; no se llena de ansiedad por lo que vendrá, por sus deseos insatisfechos, sino confía que el camino que está recorriendo hoy, le proveerá cuánto necesite y más en el futuro.
Ser luz es una decisión. Si decidimos brindar luz, la vamos a recibir de vuelta en nuestra vida de formas maravillosas e inimaginables. Sí cada uno da de lo que le gustaría recibir, y decide dar luz, va a recibir luz multiplicada, salud, alegría y abundancia en distintas manifestaciones: Paz interior, prosperidad y progreso. Por eso la invitación a reflexionar acerca de nuestra energía y la capacidad transformadora que tenemos cuando decidimos ser luz, porque además de hacernos más felices y plenos, nos ayuda a contribuir a la felicidad y plenitud de los demás. Acciones sencillas mueven al mundo, que hoy nuestra energía este canalizada al amor, al servicio y al perdón. Al final lo bueno es lo que perdura, alimentemos nuestra luz con aquello que nos haga bien y compartámosla con el mundo. Seamos luz!
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