“El ser mamá me ha cambiado la vida”. Siempre escuchamos ésta frase y efectivamente en la práctica, cuando te conviertes en madre/padre, es así. Y literalmente es mi caso! Es algo que solo viviéndolo logras comprenderlo. Es una bendición maravillosa el concebir vida, el sentir cómo crece en tu interior; el prepararte de la mejor manera posible, para que llegado el momento del nacimiento todo salga como esperas. Es un proceso en el que te preocupas por ser una mejor versión tuya, para recibir a tu hijo/a siendo un mejor tú. Y por supuesto, para cuando estés con tu hijo/a recién nacido de regreso en casa, — integrándote como pareja y familia en una nueva dinámica -, estés preparado lo mejor posible para acoger al indiscutible nuevo centro de todo: Tú bebé!
Cuando se planea como pareja el ser padres y se da el embarazo, es una sensación indescriptiblemente única. Es un sentimiento de felicidad, mezclado con algo miedo e incertidumbre por lo que vendrá. Sabes que todo va a cambiar y quieres que esa transición de ver tu cuerpo transformarse, de experimentar una revolución hormonal, de sentir ascos/náuseas, así como también antojos y sueño, entre otros, sea la experiencia más linda e inolvidable para ti. Además del crecimiento y de la madurez que se adquiere como esposos, en el tiempo de la “dulce espera”, porque es una faceta en la que se va a hacer el debut. Es un reto enorme a nivel personal y de pareja, que indudablemente se constituye en todo un hito en el proyecto de vida de los padres.
Durante las distintas etapas del embarazo, atraviesas todo un abanico de emociones: Amor, anhelo, ilusión, alegría, gratitud, expectativa, nerviosismo, cuestionamiento (estaré preparado?, lo haré bien?), y especialmente asombro por el misterio de la vida, cómo puedes crearla y que se forme y crezca dentro de ti. Es algo que excede tu entendimiento. Mientras tu cuerpo va cambiando, se prepara y enfoca toda su energía en el crecimiento del bebé, tratas de estar lo mejor posible, alimentándote bien (física, mental y espiritualmente), tratando de descansar lo necesario, pensando en positivo, rodeándote del amor de los tuyos, realizándote chequeos médicos periódicos: En resumen, preparando todo lo necesario para la llegada del nuevo integrante de la familia! Es un tiempo que alimenta tu alma y te hace re-significar el valor y el significado de todo lo que acontece a tu alrededor, porque ahora eres portadora de vida, y eso te hace percibir con una renovada y agudizada sensibilidad cuanto te rodea.
Desde el enterarte del embarazo, la gestación durante +/- 9 meses y el nacimiento, hasta el ya tener a tu bebé en los brazos, es una de las experiencias más hermosas y memorables, que atesorarás el resto de tu vida. Es clave en este proceso - que representa todo un cambio a nivel personal y de pareja - que trates de disfrutar al máximo cada etapa y que te deleites con cada instante, que estará cargado de un significado profundo, así que disfrútalo! Es un sentimiento extraordinario e incomparable. Disfruten, deléitense con cada parte del proceso. Vale la pena 100%. Cuando su bebé salga al mundo por 1ra vez en el momento del alumbramiento, van a sentir como recobra todo un gran sentido y significado. Van a conocer el amor incondicional en su máxima expresión. Un momento sublime, sin duda.
Mi recomendación: Pidan siempre sabiduría y dirección divina. Dios los va a saber acompañar durante todo el proceso. Y cuando contemplen la mirada de su hijo al nacer, van a comprender en mayor dimensión el amor de Dios. Verán que todo valió la pena. No permitan que las preocupaciones -que son también parte del proceso -, les afecten su paz interior y los distraigan del verdadero objetivo: Disfrutar con alegría del camino que están transitando. El convertirte en mamá/papá es una experiencia grandiosa. Un regalo del cielo.
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