Es realmente súper importante soltar, dejar fluir. Yo con el tiempo he comprobado que el deseo por algo o alguien nos impulsa y nos moviliza a lograr conseguirlo, pero el obsesionarnos con ese algo o alguien también puede alejarlo de nosotros. Desde cosas materiales, hasta relaciones, tomar conciencia de que más allá de nuestro esfuerzo o deseo por poseerlo, está el aceptar que puede que sea o no para nosotros. Saber y tener la tranquilidad que si algo o alguien ha de ser para nosotros, simplemente lo será y sino, por más arraigado deseo que tengamos no se modificará esa realidad. Soltar nos ayuda a reconciliarnos con la idea de aceptar con paz el tiempo perfecto de las cosas, lo que conviene para nosotros y la forma en que se presenta, que muchas veces es diferente o incluso opuesta a la que esperamos. Aprender a insistir hasta un punto y de ahí dejar que todo tome un curso natural, no forzado ni condicionado.
Recuerdo cuando llegué a Buenos Aires casi 10 años atrás, que me presenté para varias entrevistas de trabajo. De la empresa que me gustó más, nunca me llamaron y de las que no tenía ningún tipo de expectativa, me hicieron ofertas para trabajar con ellas. A veces uno está casado con una idea mental, de cómo deberían ser las cosas o cómo desearía que fueran, y resultan todo lo contrario. Lo más importante es tener la apertura mental, la flexibilidad y también la humildad, para intentar a hacer aquello que no esperábamos o imaginábamos. Siempre por algo se dan las cosas de una manera y no de otra. A veces el estar encaprichados con algún deseo en particular, nos sesga la visión y no nos deja ver otras posibilidades que pueden resultar igualmente interesantes o incluso mejores. No permitamos que nuestro ego, nos lleve a no soltar temas. Si entablar una relación, o ganar un negocio, o lograr un puesto, nos lleva a obsesionarnos al punto de decidir “como sea lo consigo”, cuando ya hemos recibido todas las señales de que no, tengamos la valentía de decir hasta aquí llego y soltar. Soltar es recarga de energía, vibración de confianza e inteligencia emocional, para atraer algo mucho mejor o simplemente para aceptar con paz que no es para nosotros en ese momento ni de esa forma que esperamos.
Cuando tenemos problemas a los que les hemos “tirado mucha corriente”, ósea que nos han conllevado mucha energía e incluso intranquilidad, soltar nos ayuda a aliviar el peso que nos mortifica, nos ayuda a relajarnos y a confiar que todo se solucionará. Incluso puede que no se solucione, pero ya mentalmente nos soltamos del tema y no le damos más poder de afectarnos. Hacer el ejercicio de soltar no significa dejar de hacer algo para solucionar, significa hacer lo necesario y de ahí dejar que todo tome su curso. Al final por más esfuerzo y preocupación, las cosas no se van a solucionar en el tiempo y en la forma que queremos. Por el contrario, si tomamos las cosas con calma y serenidad, vamos a sintonizarnos en un modo de confianza en el que todo fluirá mucho más y mejor.
Soltar también es perdonar. Nos liberamos del peso que nos causan las heridas, soltamos molestias, sinsabores y rencores, y dejamos en manos de Dios las ofensas e injusticias que hayan cometido hacia nosotros. Pretender entender por qué alguien hizo o dijo algo que nos afectó, no vale la pena. Vale la pena perdonar y avanzar, no permitir que personas o momentos difíciles nos estanquen. Al final a cada uno le será dado la obra de sus manos y eso nos debe aliviar y reconfirmar la importancia de actuar bien, hacer lo que está a nuestro alcance y dejar que el universo obre su parte. Fluir en momentos de dificultad no es sencillo, pero realmente vale la pena por nuestro bienestar, tranquilidad y felicidad.
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