¿Te aferras al pasado? Descubre cómo la culpa y la lealtad a lo que fuiste bloquean tu transformación
De niños éramos como plastilina, y de grandes somos esa misma plastilina, pero endurecida. Cómo nos cuesta cambiar. Sentimos culpa, lealtad a lo que fuimos, bloqueo para dar un paso en dirección diferente. Tal vez sea la comodidad en lo que ya conocemos, el reconocimiento que hemos obtenido, la idea que han formado los demás de nosotros. Y cuánto nos cuesta comprender que no somos una sola cosa, que no nos define una profesión, o un rol que hemos desempeñado durante años. Nos duele abandonar esa vieja versión, porque constituye muchas veces un salto a un lugar desconocido. ¿Será miedo a perder nuestra identidad y supuesta importancia? Una de mis profes de yoga me aconsejó hacer el siguiente ejercicio: Anotar en un papel el nombre de las 3 personas más importantes en mi vida. Y que cada vez que una persona o comentario me hiciera dudar del camino que estaba animándome a recorrer, revisara si esa persona hacía parte de la lista. Porque siempre los que me aman me iban a saber acompañar en mis distintas etapas y nuevas versiones, y los demás simplemente daban opiniones que no tenían por qué hacerme dudar.
Nadie sabe lo que es mejor para uno, solo uno. Así que más allá de las opiniones y expectativas, y de los supuestos “deber ser” impuestos por nuestra cultura y sociedad, está eso que sabemos que es lo mejor para nosotros. Eso que palpita en nuestro corazón y que nos dicta nuestra intuición. Nadie nos conoce como nosotros mismos. Hagamos eso que nos hace bien, que nos hace avivar nuestra chispa interna. Vivir apagados para no molestar, habla de nuestra falta de autonomía y libertad. La mejor manera de vivir, es esa que honre nuestra esencia. ¿Qué gano con no defraudar a los demás, si me estoy defraudando yo? Te invito a fortalecer la confianza en ti mismo y al autoconocimiento, reconociendo que, aunque el entorno puede darnos sugerencias valiosas, el camino hacia lo mejor para nuestra vida solo puede ser trazado desde adentro.
Todos vamos a ser parte del olvido, ¿qué vamos a dejar? Tanta postergación para animarnos a lo que queremos en la vida, ¿para qué? Para cumplir, para no incomodar, para llevar una vida promedio que no moleste a los demás? ¿Qué nos impide tener una vida excepcional? El miedo, la falta de dinero, la supuesta claridad que tienen los demás y que yo no tengo? Que tengo muchos años, que estará mal visto, que pensarán que fracasé. Que no nos ate lo que fue y que no nos llene de ansiedad lo que vendrá. Nuestro aquí y ahora es una maravillosa oportunidad. Que nada bloquee la transformación, el viro que necesitamos dar. El pasado quedó atrás y el futuro lo estamos construyendo hoy. Y siendo conscientes que un día físicamente no vamos a estar, ¿qué queremos dejar? Que nuestra vida no sea una más, sino una significativa, inspiradora y que le procure despertar y bienestar a los demás.
Lo que más le falta al mundo, es lo que cada uno vino a darle. Si cada uno de nosotros aflorara su pasión y la llevara a su máximo potencial, el mundo sería wow! Cada uno desde su realidad particular sabe cuáles han sido sus desafíos en la vida, sus batallas en silencio. Pero así también la insatisfacción que le ha conllevado no ser quien es. Máscaras, trabajos de escampadero, infelicidad arrastrada por años. Y lo que le falta al mundo, es lo que cada uno de nosotros vino a darle. Desde lo más genuino y auténtico de nuestro ser, decidamos atender nuestro llamado. Nuestro aporte al mundo es especial. Nos falta creer en nuestro infinito potencial para lo que decidamos materializar. No nos veamos en el espejo distorsionado de la aparente vida perfecta de los demás. Vivamos nuestra propia vida, no perdamos nuestra esencia y creamos en nuestro poder de manifestar la vida que queremos, siempre pensando primero en servir a los demás a través de nuestros dones. Ya después el dinero y todas las demás añadiduras vendrán.
El duelo se gana rindiéndose. Cerrar un ciclo duele, pero duele más perder las ganas de continuar. Tomemos el aprendizaje que nos dejo ser quien éramos, resignifiquemos el por qué pasamos por ahí y alcemos vuelo. De una, sin titubeos. Muchas veces querer entender y desmenuzar todo lo que fuimos y por qué lo hicimos es positivo, pero ya cuando sea hace excesivamente prolongado se convierte en un freno para dar el siguiente paso. Por la culpa, los apegos y demás temores incrustados. Y a veces simplemente es cuestión de rendirse. Los análisis exhaustivos nos permiten conocernos e identificar patrones heredados, creencias limitantes, pero también son un palo en la rueda y no nos dejan avanzar. Acepta con paz, perdónate y perdona de corazón, y decide avanzar. Ya tienes claro lo que quieres dejar atrás.
Muchas gracias por leer este post! Si te gustó o sientes que te sirvió para reflexionar, déjame un clap👏🏼 Y te invito a que me sigas por aquí o por Instagram en @lilicitus_blog y @chispa.interna, para que te enteres de las próximas publicaciones. Hasta la próxima!